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No estamos obligados a castigar a los que nos ofenden, sino a aconsejarles la enmienda de sus delitos.
Miguel de Cervantes
No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe.
Una onza de buena fama vale más que una libra de perlas.
Advierte que es desatino siendo de vidrio el tejado, tomar piedras en la mano para tirar al vecino.
Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus hechos.
Un hombre no es mayor que otro hasta que no hace cosas mayores.
Las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia, no hay para que escribirlas, se han de redundar en menosprecio del señor de la historia.
Bien predica quien bien vive.
Llenáronse de regocijo los pechos porque se llenaron las tazas de generosos vinos que, cuando se trasiegan por la mar, de un cabo a otro, no hay néctar que se les iguale.
Se templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.
¡Amor, ayuda al deseo, puesto que me pusiste en él!
Casamiento de parientes, tiene mil inconvenientes.
El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre.
Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener.
Vístete bien; que un palo compuesto no parece un palo.
La pluma es lengua del alma; cuales fueron los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos.
¡Oh, soledad, alegre compañía de los tristes!
Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo del pasado, ejemplo y aviso del presente, advertencia de lo por venir.
Un padre para cien hijos, antes que cien hijos para un padre.
Mueren muchos más de los confiados que de los recatados.
¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.
El daño está en que es imposible que puedan pasar bien las gentes del mundo, si no se fía y se confía.
Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el teneralas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas bien gastar.
Puede haber amor sin celos, pero no sin temores.
Quien necio es en su villa, necio es en Castilla.
No huye el que se retira.
Promesas de enamorados, por la mayor parte son ligeras de prometer y muy pesadas de cumplir.
El amor es invisible y entra y sale por donde quiere sin que nadie le pida cuenta de sus hechos.
El valor reside en el término medio entre la cobardía y la temeridad.
Andan el placer y el pesar tan aparejados, que es simple el triste que se desespera y el alegre que se confía.
Los males que no tienen fuerza para acabar la vida, no la han de tener para acabar la paciencia.
Los azotes que los padres dan a los hijos honran. Y los del verdugo afrentan.
La costumbre del vicio se vuelve en Naturaleza.
¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!
Que esto de heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto.
O yo me engaño, o esta ha de ser la mas famosa aventura que se haya visto.
La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde.
Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua.
Sea moderado tu sueño; que el que no madruga con el sol, no goza del día.