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Prefiero una verdad que duele a una mentira que calma.
Michel Onfray
Ahí donde nos encontremos, reproduzcamos el mundo al que aspiramos y evitemos aquel que rechazamos.
El poder pervierte a quien lo ejerce -estas son pues las lecciones anarquistas de hoy: la eterna perversión de quienes ejercen el poder, sean quienes fueren, sean filósofos que se volvieron reyes o reyes con veleidades filosóficas.
La política volverá a sus raíces profundas no a través de la creación de grandes sistemas inaplicables, sino a través de la producción de pequeños dispositivos temibles, como un grano de arena en el engranaje de una máquina perfeccionada.
Cuando la filosofía se vuelve popular produce efectos en lo real, se simplifica, abandona su complejidad, su delicadeza, en provecho de una patente rusticidad. Lejos de la letra, el espíritu sopla donde puede...
El poder produce la división salomónica de la sociedad y del género humano entre aquellos que lo detentan y aquellos que lo sufren -por un lado, los que tienen el poder, lo ejercen, lo aman, lo desean, lo reclaman y casi siempre disponen de él, por otro lado aquellos sobre los que se ejerce.
El infierno vivido y habitado hace legítimo y deseable un mundo donde se trate de evitar el retorno de aquello que, de cerca o de lejos, pueda parecérsele.
Siempre habrá religiones, porque las religiones viven de la angustia y del miedo de los hombres y porque estamos lejos de haber terminado con los temores existenciales.
Saber dónde se encuentra la alienación, cómo funciona y de donde proviene permite visualizar la continuación con optimismo.
El poder es esencialmente negativo. En cualquier lugar que se lo ejerza, de cualquier modo que se lo ejerza este ejercicio será inexorablemente malo, destructivo y perjudicial.
Las religiones son únicamente instrumentos de dominación y de alienación. Los tres monoteísmos profesan el mismo odio a las mujeres, los deseos, las pulsiones, las pasiones y la sexualidad. También detestan la libertad, todas las libertades: la de disponer de sí mismo, de su vida y de su cuerpo sin pedir permiso a la autoridad eclesiástica.
¿El balance de la guerra fría? Un vencedor decidido a reemplazar la miseria soviética con la miseria liberal.
Filosofar es hacer viable y vivible la propia existencia allí donde nada es dado y todo debe ser construido.