Imágenes
Supone igual tontería llorar porque de aquí a cien años ya no viviremos, que llorar porque no vivíamos hace cien años.
Michel de Montaigne
El mérito del alma no consiste en remontarse muy alto, sino en el orden de sus actos; su grandeza no se ejercita en las obras excelsas, sino en las ordinarias.
Dios otorga su socorro extraordinario a la fe y a la religión, no a las pasiones.
Nada hay de bárbaro ni de salvaje en esas naciones; lo que ocurre es que cada cual llama barbarie a lo que es ajeno a su costumbre.
Incluso en el trono más alto, uno se sienta sobre sus propias posaderas.
Con frecuencia nos pasan inadvertidas nuestras propias faltas; mas cuando, advertidos por los demás, no logramos descubrirlas nosotros, es que nuestro juicio no está sano.
Cualquiera puede hablar con verdad, pero hablar con orden, prudencia y saber, pocos lo consiguen.
No hay hombre tan decrépito que, recordando a Matusalén, no crea que le quedan todavía veinte años en el cuerpo.
Nada parece tan verdadero que no pueda parecer falso.
Lo que acontece nada más una vez, no puede sernos motivo de pena. ¿Qué razón hay para temer tanto tiempo lo que tan poco dura? El largo vivir y el corto vivir los hace una misma cosa la muerte.
La amistad es el más alto grado de perfección de la sociedad.
Yo creo que la madre de la mayor parte de las falsas ideas, públicas y privadas es la excesiva buena opinión que el hombre tiene de sí mismo.
Cada uno de nosotros es más rico de lo que se imagina; sin embargo, se nos amaestra en el arte de pedir prestado y mendigar; nos enseñan a servirnos de los otros más que de nosotros mismos.
Buscad una mujer con una gran dote: no hay deuda pública extranjera que lleve tanta ruina a las casas.
Es más fácil escribir un poema insignificante que comprender uno bueno.
Tan atados están los nombres a su vida miserable, que no hay condición, por dura que sea, que no la acepten con tal de conservar aquélla.
La premeditación de la muerte es la premeditación de la libertad.
Pocos hombres han existido que hayan sido admirados por sus familiares.
Prefiero ser inoportuno e indiscreto antes que adulador y taimado.
El hombre sabio no lo es en todas las cosas.
Tal fue para el mundo hombre prodigioso en quien su mujer y su lacayo ni siquiera vieron nada notable. (Habla de Agesilao, rey y general espartano).
Cuando me llevan la contraria, despiertan mi atención, no mi cólera; me ofrezco a quien me contradice, que me instruye. La causa de la verdad debería ser la causa común de uno y otro.
Es una lástima tener tanto poder, que todo ceda a vuestra voluntad.
Saber de memoria no es saber: es tener lo que se ha dado a guardar a la memoria.
¿Qué nos importa el conocimiento de las cosas, si por él perdemos el reposo y la tranquilidad, de los cuales sin él gozaríamos?
El silencio y la modestia son cualidades muy convenientes en el arte de la conversación.
Dios, para enseñarnos que los buenos deben esperar y los malos temer otra cosa que las venturas o infortunios de este mundo, los maneja y concede según sus ocultos designios, y nos quita los medios de aprovecharnos tontamente de ellos.
No hay que dejar al juicio de cada quien el conocimiento de su deber; hay que señalárselo, no dejarlo escoger; si no, según su imbecilidad y la variedad infinita de nuestras razones y opiniones, nos forjaríamos deberes que nos llevarían a comernos unos a los otros.
La insatisfacción es el comienzo de toda filosofía, y la ignorancia es el resultado.
Es lastimoso que seamos seducidos por nuestras propias bufonadas e invenciones.
La vejez pone más arrugas en el espíritu que en la cara.
El mejor matrimonio sería aquel que reuniese a una mujer ciega con un marido sordo.
Siempre representa uno su propio papel, aunque pretenda representar el de otro.
El hombre debe aprender a soportar pacientemente lo que no puede evitar debidamente.
Nuestro deseo desprecia y abandona lo que tenemos para correr detrás de lo que no tenemos.
Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio.
El oro puede hacer mucho, pero la belleza más.
Lo que sucede es que debemos vivir con los vivos.
La voz es la flor de la belleza.
Pensemos que los juegos de los niños no son tales juegos, y que es preciso considerarlos como sus más serias actividades.