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Soledad: Un instante de plenitud.
Michel de Montaigne
A quien le apedrea la cabeza el granizo, parécele que todo su hemisferio está bajo la furia de la tempestad.
El bien público requiere que se traicione, que se mienta y que se masacre.
Todas las acciones que se salen de los límites ordinarios están sujetas a torcidas interpretaciones.
Las leyes de la conciencia, que nosotros juzgamos nacen de la naturaleza, nacen de la costumbre.
Lo que nosotros llamamos monstruos, no lo son a los ojos de Dios, quien ve, en la inmensidad de sus obras, la infinita variedad de sus formas.
Por lo que a mí toca, no amo sino aquellos libros placenteros y ligeros que me estimulan agradablemente, o aquellos otros que me sirven de consuelo y me aconsejan poner en regla mi vida y mi muerte.
Nunca se logra ningún beneficio sin perjudicar a otro.
Prodúcese una deliciosa armonía cuando la acción y la palabra van al mismo compás.
De la experiencia que de mí poseo, hallaría enseñanzas suficientes para hacerme sabio, si a ello me aplicara como buen estudiante.
La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo.
Hay menos injusticia en que te roben en un bosque que en un lugar de asilo. Es más infame que te desvalijen quienes deben protegerte.
La curiosidad de conocer las cosas ha sido entregada a los hombres como un castigo.
Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron.
Mil rutas se apartan del fin elegido, pero hay una que llega a él.
Si el dolor de cabeza sobreviniese antes de la embriaguez, nos guardaríamos de beber con exceso; as el placer, para mejor engañarnos, va por delante y nos oculta su séquito.
La peor de mis acciones y condiciones no me parece tan fea, como me parece feo y cobarde el no atreverme a confesarlas.
Fluctuamos entre los más diversos pareceres; no queremos nada con entera libertad, ni de un modo absoluto, ni constantemente.
Nosotros nunca estamos con nosotros mismos, sino siempre más allá.
La ciencia es un cetro en ciertas manos, al paso que en otras tan solo es un palitroque.
La prohibición sazona los manjares.
Feliz el que ha regulado sus necesidades a tan justa medida, que sus riquezas puedan bastarle sin otros cuidados ni empeños, y sin que el gasto o la adquisición de las mismas le interrumpan otras ocupaciones más cualificadas, tranquilas y de su gusto.
Del mismo papel en que el juez ha escrito una sentencia contra un adúltero rasgará un pedazo para escribir unas líneas amorosas a la esposa de un colega.
No hay pasión que quebrante tanto la sinceridad del juicio como la ira.
Es corriente ver cómo las buenas intenciones, si no se llevan adelante con moderación, empujan a los hombres a inconvenientes resultados.
Mi espíritu se niega a caminar si las piernas no lo llevan.
El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo.
Las cosas más gratas en el mundo son los pensamientos agradables. El gran arte de la vida consiste en tener tantos de aquellos pensamientos como sea posible.
Vivir siempre ajustado y obligado por la necesidad a una misma norma, no es propiamente vivir, sino, cuando más, existir. Los espíritus más bellos son los que están dotados de mayor variedad y agilidad.
La belleza es una gran recomendación en el comercio humano, y no hay nadie que sea tan bárbaro o tan grosero que no se sienta herido por su dulzura.
Que cada cual sondee su conciencia, y hallará que sus íntimosdeseos, en general, nacen y medran a expensas del prójimo.
Las leyes mantienen su crédito, no porque sean justas, sino porque son leyes.
Si no sabes cómo morir, no te preocupes: la naturaleza te lo enseñará a su debido tiempo.
Quien no vive de algún modo para los demás, tampoco vive para sí mismo.
No existe lucro ni provecho sino a costa de otro; de modo que en buena cuenta habría que condenar toda clase de ganancias.
La vida no es en sí ni un bien ni un mal, sino el lugar del bien o del mal, según que el hombre practique lo uno o lo otro.
Saber mucho da ocasión de dudar más.
Yo tengo mis propias leyes y mi tribunal adonde acudo con preferencia para juzgar de mis actos. Restrinjo mis acciones conforme a normas ajenas, pero su extensión va de acuerdo con las mías.
El hombre es un sujeto maravillosamente vano, vario y ondulante. Establecer sobre él juicio alguno constante y uniforme es muy difícil.
Toda la sabiduría y todos los razonamientos del mundo se reducen a esto: a enseñarnos a no temer a la muerte.