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No te fíes de consejos, aunque te los quieran dar; guíate de lo que salga de tu propio natural.
Melchor de Palau
Al verte las flores lloran cuando entras en tu jardín, porque las ñores quisieran todas parecerse a ti.
No adelantes el discurso sino para pensar bien, porque á veces discurrimos lo que no ha sido ni es.
No corran tus acciones tras de la fama, deja que ésta las busque para ensalzarlas; porque es bien cierto que quien mendiga aplausos, coge desprecios.
Capitanes de guerra son tus dos labios, y tus dientes en fila son los soldados.
Eres la flor de las flores, eres rosa entre las rosas, eres la que estimo y amo, eres tú la más hermosa.
Las glorias de este mundo son transitorias, pues duran mientras pasan por la memoria.
Soñé y vi que eras un ángel que del cielo te escapabas, y Dios quiso detenerte y se quedó con las alas.
Más vale saber que haber, dice la común sentencia; que el pobre puede ser rico y el rico no compra ciencia.
¡Has dejado que tu padre ande pidiendo limosna! Esa mancha no se quita ni con agua de Colonia.
No dejes la inocencia, que es buena amiga; pues echarás de menos su compañía.
Al que se ve colmado de conveniencias, las ajenas desgracias poco le inquietan; porque es muy cierto que el harto no se acuerda del que está hambriento.
Más bien en las acciones que en las palabras se descubre lo oculto que hay en el alma; y así no fíes de ofertas que con obras no se confirmen.
Todo aquel que no pone freno a la lengua, no extrañe las desgracias que le sucedan; pues las palabras no pueden recogerse ya pronunciadas.
Sin duda que tu padre fué confitero, y te hizo los labios de caramelo.
Eres hermosa y robas los corazones: ¿Dónde pondré yo el mío, que no lo robes?
Si piensas de aburrido desesperarte, sabe que te acreditas de muy cobarde; que está lo fuerte en sufrir las desgracias con rostro alegre.
Al hombre los trabajos le hacen humilde; mas las prosperidades siempre le engríen; pues la riqueza rara vez se separa de la soberbia.
Di al tiempo lo que callas, que es el que sólo, cuando no dice nada, lo dice todo; y se ha notado que hasta males ocultos se han declarado.
Mira que el tiempo corre rápidamente, y que el tiempo pasado ya no le tienes; y así aprovecha las horas, los instantes del que te queda.
Tienes una boquita tan embustera, que a batalla de besos me la comiera.
Si los honores mudan nuestras costumbres, váyanse los honores, vengan virtudes; porque sin ellas, las pompas de este mundo son muy funestas.
Trata a la gente humilde con cortesía, que la humildad merece ser atendida: en ello ganas, porque nada te cuesta y ella te ensalza.
Vicios hay en el hombre de gran tamaño, pero el peor de todos es ser ingrato; que hasta las fieras reconocen la mano que las sustenta.
Si la memoria pierdes cuando estás alto, haces ver que no vales lo que has logrado. ¡Fortuna loca, siempre eres enemiga de la memoria!
Nunca podrás vengarte de tu enemigo, porque el mayor que tienes eres tú mismo; pues es notorio que la venganza es hija del amor propio.
No fíes en señores por su grandeza, que también los más grandes tienen flaquezas; pues en sus males hace naturaleza todos iguales.
Molino que estás moliendo el trigo con tanto afán, ¡Tú estás haciendo la harina y otros se comen el pan!
La conversación del necio es el martirio del sabio; mas como el número es corto, pocos hay martirizados.
La cárcel es el infierno, el carcelero es el diablo, los jueces los que condenan, y ellos son los condenados.
No hay cosa en este mundo que no se mude: el que hoy está abatido, mañana sube; que la fortuna, como viene de prisa, pronto se muda.
Es sombra lo pasado, niebla el futuro, relámpago el presente... La vida es humo. Si bien se advierte, no hay cierto en este mundo más que la muerte.
Eres tonto de noche, tonto de día, tonto por la mañana y al mediodía: se me olvidaba que también eres tonto de madrugada.
Con los de malas costumbres nunca trato has de tener, que un hombre malo y vicioso a ciento suele perder.
Cuatro vestidos tengo, tres no me vienen, porque están en el arca de quien los tiene.
Más mata una mala lengua que las manos del verdugo; el verdugo mata a un hombre, y una mala lengua a muchos.
Nada contiene el mundo que sea durable, excepto la inconstancia, que es la constante: sigue esta regla, y no hallarás errada jamás tu cuenta.
La esperanza es un árbol, el más frondoso, y de sus bellas ramas dependen todos.
Más allá del infierno cincuenta leguas, hay un infierno aparte para las suegras.
La libertad y salud son prendas de gran valía, ninguno las reconoce hasta que las ve perdidas.