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Creo que la conciencia es fundamental. Creo que todo asunto deriva de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos como existente, es dictado por la conciencia.
Max Planck
Nunca se puede predecir un acontecimiento físico con una precisión absoluta.
Para las personas creyentes, Dios esta al principio. Para los científicos está el final de todas sus reflexiones.
Entre Dios y la ciencia no encontramos jamas una contradicción. No se excluyen, como algunos piensan hoy, se complementan y se condicionan mutuamente.
Una nueva verdad científica no suele imponerse convenciendo a sus oponentes sino más bien porque sus oponentes desaparecen paulatinamente y (son sustituidos por) una nueva generación familiarizada desde el principio con la (nueva) verdad.
Podemos concluir que a partir de lo que la ciencia nos enseña, en la naturaleza hay un orden independiente de la existencia del hombre, un fin al que la naturaleza y el hombre están subordinados. Tanto la religión y la ciencia requieren la fe en Dios. Para los creyentes, Dios está en el principio, y de los físicos que se encuentra al final de todas las consideraciones.
Si la hipótesis sobrevive a la prueba experimental, aumenta su prestigio, y al ir siendo aceptada se desarrolla y se extiende en una forma cada vez más comprensiva.
La ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real.
La verdad nunca triunfa, simplemente sus oponentes se van muriendo.
No es la posesión de la verdad, sino el éxito que llega luego de la búsqueda, donde el buscador se enriquece con ella.
No tenemos el derecho de asumir que las leyes físicas existen o si han existido hasta ahora, que seguirán existiendo en el futuro de forma similar.
Cualquier persona que se ha visto seriamente comprometida en el trabajo científico de cualquier tipo se da cuenta de que en las puertas de entrada del templo de la ciencia están escritas las palabras: debes tener fe. Es una virtud que los científicos no pueden prescindir.
Es necesario construir mentalmente un hipótesis teórica y someterla a la prueba de las mediciones experimentales.
La ciencia es incapaz de resolver los últimos misterios de la naturaleza, porque en el último análisis nosotros mismos somos parte de la naturaleza, es decir, del misterio que tratamos de resolver.
Cuando se examinan inteligentemente incluso los más inútiles experimentos, éstos pueden abrir el camino hacia los más sensacionales hallazgos.
El que ha llegado tan lejos ya no se confunde, ha dejado también de trabajar.
Los cambios físicos tienen lugar de forma continua, mientras que los cambios químicos se producen de forma discontinua. La Física se ocupa principalmente de las variables que varían de forma continua, mientras que la Química se ocupa principalmente de los números enteros.
La ciencia no puede resolver el último misterio de la naturaleza. Y eso se debe a que, en última instancia, nosotros mismos somos una parte del misterio que estamos tratando de resolver.
Toda hipótesis fecunda en resultados tiene su origen en alguna afortunada circunstancia que ha permitido realizar la observación siguiendo dos caminos distintos.