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Así, la conciencia es pura y simplemente obra de los prejuicios que se nos han infundido, o de los principios que nostros nos formamos.
Marqués de Sade
...¿no es más desesperante la incertidumbre de no ser en el futuro, a la certidumbre de no haber sido en el pasado?
En el amor, todas las cumbres son borrascosas.
Hay algunos rastros de honradez en el alma de los malvados, y la virtud es de tal valor a los ojos de los hombres, que incluso los más corrompidos, están obligados a rendirle homenaje en mil ocasiones de su vida.
Lo que hace celoso al amante no es el afecto que siente por ella sino el miedo a la humillación pública si su querida cambiara de sentimientos hacia él.
... ¿no es cierto que cuanto más culto se es, más se saborean los placeres de la voluptuosidad?
Todos los sentimientos se depravan en las capitales: a medida que se respira el aire apestado, las virtudes se deterioran, y como la corrupción es general, hay que salir de ella o gangrenarse.
¡Vana ilusión! ¡Sueño demasiado sublime!
El sentimiento de mi amor es tan vivo que incluso al perder a la que es su objeto, me resulta imposible truncar una vida que ella anima y que inflamará hasta el último momento... Haré mucho más que morir, viviré.
Pero qué nos importa la opinión de la gente fría siempre que nuestras almas, más ardientes y más nobles que las suyas, sepan disfrutar de lo que ellos no perciben.
La primera ley que me indica la naturaleza es deleitarme a costa de quien sea.
Y digo yo: ¿qué valor puede tener para un hombre sensato un sentimiento siempre en contradicción con la naturaleza?
Vamos a darnos indiscriminadamente a todo lo que sugieren nuestras pasiones, y siempre seremos felices... La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino sólo la voz de los prejuicios.
Ninguna religión vale una sola gota de sangre.
No se envilece lo que se ama.
Legisladores, haced vuestras mancillas menos frecuentes si queréis disminuir la masa de crímenes; una nación que supo hacer un dios del Honor puede derribar sus cadalsos cuando le queda para dirigir a los hombres el freno sagrado de tan hermosa quimera...
Solamente de nosostros depende nuestra felicidad; ésta no depende sino de nuestra conciencia, y puede ser que un poco de nuestras opiniones, sobre las cuales sólo deben actuar las más seguras inspiraciones de la conciencia.
¡Me dais la muerte y queréis que yo viva! ¡Destruís mi esperanza y, al mismo tiempo, la reanimáis! No, no moriré...
No creo en los hechos sobrenaturales...; no hay causa sin efecto, y lo primero que hago cuando me ocurre algo extraño es buscar la causa.
Es tan injusto poseer exclusivamente a una mujer como poseer esclavos.
Y lo que terminará por deteriorar aún más el sentimiento de la virtud es que no solamente no es un primer movimiento, natural, sino que es, por definición, un movimiento vil e interesado que parece decir: te doy para que me des.
Un amigo es alguien con quien se cuenta cuando se siente uno muy débil para hacer algo por sí mismo.
Estad seguros de que el hombre sólo practica la virtud por el bien que desea obtener de ella o por el reconocimiento que espera.
Esa pizca de sal del adulterio aporta insospechados alicientes al placer.
El crimen es mi elemento, no viviría más que para volver a sumirme en él.
El pudor es una quimera, único resultado de las costumbres y de la educación. Es, lo que se dice, un hábito.
No es un amante lo que la mujer quiere en el esposo, sino una persona que la trate bien, y con ello hay bastante.
Presidente -le gritaba el marqués desternillándose de risa-, sin duda esto es un designio de la providencia, es el talión, amigo mío, la ley del talión, la ley predilecta de vuestros tribunales, ¿por qué os quejáis de estar colgado así? ¿acaso no condenasteis a menudo al mismo suplicio a quienes no se lo merecian tanto como vos?
No os extrañe que el hombre se vuelva criminal cuando le degradan, aunque inocente; no os extrañe que prefiera el crimen a las cadenas cuando en una o en otra situación es alcanzado por el oprobio.
Pienso que si existiera un Dios, habría menos maldad en esta tierra. Creo que si el mal existe aquí abajo, entonces fue deseado así por Dios o está fuera de sus poderes evitarlo. Ahora, no puedo temer a un Dios que es o malicioso o débil. Lo reto sin miedo y me preocupan un comino sus rayos.
¿No es un suplicio la vida cuando no se ve en torno sino errores y crímenes?
Si no viví más, fue por que no me dio tiempo.
¿Para qué serviría arrepentirse de una acción, de la naturaleza que ésta fuere, si nos ha producido una satisfacción y que no tiene ninguna consecuencia desagradable?
¡Gran Dios!, así es como han mancillado durante más de doscientos años tus altares; así es como seres razonables han creído deber honrarte; rociando tu templo con la sangre de tus criaturas, mancillándolo con horrores e infamias, con ferocidades dignas de los caníbales es como varias generaciones de hombres sobre la Tierra han creído cumplir tus deseos y agradar a tu justicia.
El remordimiento no es, pues, sino una desagradable reminicencia resultado de las leyes y de las costumbres aceptadas, pero nunca dependiente de la clase de delito.
¿Qué beneficios rinden los matrimonios a la sociedad? En lugar de consolidar una unión, la rompen.
Ejemplo funesto, pasión cruelísima, ¡si pudierais dar a conocer mis errores a quienes se encuentran en la misma situación, si las penas que mis placeres criminales me han ocasionado pudieran al menos frenarles al borde del abismo, tras conocer mi lamentable historia.
¡Santo cielo! Si los hombres supieran al entrar en la vida las penas que les esperan y si de ellos dependiese volver a la nada, no habría uno sólo que quisiera emprender esta carrera.
Mi desgracia no es consecuencia de mi manera de pensar, sino de la de los demás.
No hay amante en el mundo que no prefiera ver muerta a su querida, a que le sea infiel.