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El hombre es la única criatura cuyas emociones se enredan con su memoria.
Marjorie Holmes
Me parece que lo más grande en este mundo no es tanto dónde estamos, sino en qué dirección avanzamos: para llegar al puerto del cielo, nosotros debemos navegar a veces con el viento y a veces contra él, pero debemos navegar y no a la deriva, ni siquiera quedarnos anclados.
Tiene que haber alguna razón psicológica profunda por la que volvemos instintivamente hacia casa en este momento tan especial, un lugar donde todos los días será Navidad, con todos juntos.
¿Qué sentimiento es tan bonito como la mano de un niño junto a la tuya? Tan pequeño, tan suave y cálido, como un gatito acurrucado en el refugio de su cierre.
Mi Dios nunca trae deliberadamente daño a nadie. Pero si sucede, si simplemente sucede, debido al viento, a la lluvia, al tiempo y a los propios errores del hombre, entonces Dios tiene promesas para mantener la mentira permanentemente. Una vida en curso aún más rica, más completa, más brillante para compensarnos.
Hoy he pronunciado una palabra que nunca debe salir de los labios de una dama, fue que llamé a John perra insolente.
Oh, Dios, dame la gracia para este día. No es para toda la vida, ni la semana que viene, ni para mañana, sólo para el día de hoy. Dirige mis pensamientos y bendice dirigir mi trabajo... Así que para este día, sólo este día, yo tengo el don de la gracia que viene de tu presencia.
En Navidad, todos los caminos llevan a casa.
El hombre que valora sus amigos generalmente es oro macizo de si mismo.
Usted no siempre gana sus batallas, pero es bueno saber que luchó.
Yo hice la Sagrada Familia, tan real como la gente de al lado.
Gracias Dios, por la dignidad y la belleza de uno mismo. Por la presiocidad de ser innatos. La única cosa que no puede ser tomado de nosotros. La única cosa que realmente cuenta.
La mano de un niño junto a la tuya despierta mucha ternura, es el poder que evoca. Es al instante piedra de toque de la sabiduría y la fuerza.
Viene cada año y vendrá para siempre. Y con la Navidad vienen los recuerdos y las costumbres. Esos recuerdos cotidianos humildes a los que todas las madres nos agarramos. Como la Virgen María, en los rincones secretos de su corazón.