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La máxima de mi sistema ético es: Disfruta de la vida y ayuda a vivir. Si llega un momento en que ya no se puede disfrutar ni ayudar a otros, es mejor desaparecer con el mínimo dolor para uno mismo y para los demás.
Mario Bunge
Bajo el socialismo auténtico, mi cepillo de dientes seguirá siendo exclusivamente mío, pero tu derecho a tu fábrica de cepillos de dientes será cuestionado: la conservarás si es una empresa familiar, pero si emplea a otros, los socialistas procurarán que se convierta en una empresa cooperativa poseída y administrada por sus trabajadores.
Dime cuál es tu epistemología y te diré qué macanas dirás y harás respecto de la ciencia y de la técnica. Pero nunca podré predecir qué descubrirás o inventarás. Porque, para bien o para mal, los investigadores y técnicos creadores suelen profesar una epistemología y practicar otra. O sea, no suelen poner su credo epistemológico a prueba experimental. Esta es tarea del epistemólogo.
Yo me propuse renovar la filosofía para volverla acorde a las ciencias del momento. No creo en filosofías eternas, perennes, creo que la filosofía es hacer permanente.
Yo sostengo que hay motivos prácticos y morales para preferir el socialismo auténtico al capitalismo, y que la construcción del socialismo no requiere la restricción de la democracia, sino, muy por el contrario, su ampliación, del terreno político a todos los demás. Esto es lo que llamo democracia integral: ambiental, biológica, económica, cultural y política.
Lo que hoy se llama método científico no es ya una lista de recetas para dar con las respuestas correctas a las preguntas científicas, sino el conjunto de procedimientos por los cuales se plantean los problemas científicos y se ponen a prueba las hipótesis científicas.
La derecha defiende los intereses de los privilegiados, en tanto la izquierda se preocupa por los desamparados.
Si somos científicos, intentaremos explicar esa mera descripción arriesgando hipótesis que sean lógicamente consistentes, científicamente fundadas y empíricamente contrastables.
La información en sí misma no vale nada, hay que descifrarla. Hay que transformar las señales y los mensajes auditivos, visuales o como fueren, en ideas y procesos cerebrales, lo que supone entenderlos y evaluarlos. No basta poseer un cúmulo de información.
Sólo los fanáticos odian a las personas tanto como las doctrinas. Uno puede ser intolerante con las teorías falsas, pero tolerante con quienes las sustentan, a condición de que no medren con ellas.
Los científicos no diseñan armas, quienes lo hacen son los ingenieros militares. La ingeniería es una rama bastante distinta, la técnica es bastante diferente de la ciencia básica. Los científicos estudian la realidad; los políticos, los empresarios y los ingenieros son los que tratan de modificarla.
Los psicoanalistas explotan el narcisismo, en particular el concreto deseo de que alguien ajeno se ocupe de nuestros problemas personales.
En todas las ciencias hay bolsas de pseudociencias.
Creo que se ha exagerado la importancia del ordenador en la educación. Yo preferiría que los chicos hicieran trabajos prácticos en laboratorios y que aprendieran manualidades: carpintería, electricidad, plomería. Se ha descuidado la experimentación. Lo que pasa es que el ordenador es mucho más barato, una especie de niñera electrónica.
La mayor parte de los hechos son inobservables, por lo cual hay que inventar indicadores.
El experimento científico es la más rica de todas las formas de experiencia humana: añade a la observación el control de ciertos factores en base a supuestos teóricos y, cuando es preciso, supone medición.
Hay que formar cerebros porque solamente el cerebro bien formado puede, no solamente usar la técnica existente, sino mejorarla con ideas nuevas y originales gracias a su curiosidad y a que está investigando. Si se insiste con la misma información a la gente, en lugar de cultivar su curiosidad, terminará por aburrirse.
A veces somos altruistas y otras, egoístas. Sin egoísmo no podríamos sobrevivir, y sin altruismo no podríamos convivir. Esta conclusión basta para falsar todas las teorías que, como la teoría microeconómica estándar, postulan que siempre actuamos para maximizar las ganancias esperables.
El peronismo: Es una forma completamente original de populismo.
Hay que educar a la gente. No basta saber que a la tía María le fue bien con el acupunturista o con el homeópata, porque el efecto placebo siempre está en la cabecera de los enfermos. Y no sólo de los enfermos, sino también de los votantes.
La arquitectura es una de las profesiones más nobles, porque contribuye a satisfacer una necesidad humana básica, la del alojamiento.
La pseudociencia es siempre peligrosa porque contamina la cultura y, cuando concierne a la salud, la economía o la política, pone en riesgo la vida, la libertad o la paz.
En una sociedad auténticamente socialista, los bienes y las cargas, los derechos y los deberes se distribuyen equitativamente. En otras palabras, el socialismo realiza el ideal de la justicia social. Este ideal se justifica tanto ética como científicamente.
El buen arquitecto dejará algo de valor perdurable y contribuirá a mejorar el estilo de vida del cliente y el aspecto del barrio. Ni el arte ni la tecnica separados pueden tanto como cuando actúan combinados.
El mundo del hombre contemporáneo se funda sobre los resultados de la ciencia: el dato reemplaza al mito, la teoría a la fantasía, la predicción a la profecía.
El cooperativismo es socialismo en acción. Si la sociedad es capitalista, la cooperativa es poco más que un balde en un lago, ya que sólo afecta significativamente a sus miembros y sus familias y no puede competir con los sectores oligopolistas de la economía capitalista.
Hay que abandonar el precepto tradicional de alargar la vida lo más posible. Lo que importa no es la longitud, sino la calidad. Alargar una vida desgraciada, de dolor, es cruel.
La observación es el procedimiento empírico básico.
Ya no queda lugar para brujos ni para chamanes. A no ser la política.
La igualdad no sirve si no hay libertad. La finalidad de cualquier régimen es la realización del individuo. Eso requiere una sociedad meritocrática, que reconozca el valor del esfuerzo y el mérito individual. Sin que eso dé derecho a privilegios.
Las pseudociencias son como las pesadillas: se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia.
No puede afirmarse que el socialismo fracasó, ya que nunca se lo ensayó, ni en el imperio soviético ni en ninguna otra parte. Lo que fracasó en la URSS fue el socialismo autoritario, esa imposible tentativa de imponer la igualdad a palos.
El problema principal del mundo contemporáneo -también lo fue del antiguo- es la concentración de la riqueza y de los bienes en pocas manos. La desigualdad, un problema de siempre, un problema que sólo se podría resolver tomando medidas económicas, culturales y políticas. Hay que distribuir el poder. Y esa mejor distribución debe abarcar, entre otros aspectos, a los medios de comunicación.
El régimen sedicente comunista falló por no ser auténticamente socialista: porque, lejos de socializar la economía, la política y la cultura, las estatizó y, a su vez, sometió el Estado a la dictadura del partido. Una vez más: no puede haber socialismo auténtico, o sea, igualdad, allí donde el poder económico, político y cultural están concentrados en manos de una pequeña minoría.
Los argentinos están obsesionados por el pasado, la gente se pelea más por el pasado que por el futuro ¡Hay que pelear por el futuro no por el pasado!
¿Y cuál es la pseudociencia más peligrosa? La teoría económica estándar, ortodoxa, porque sustenta las políticas económicas de los gobiernos conservadores y reaccionarios, que son enemigos del bienestar de la gente común.
El buen médico, tanto como el buen maestro, debe ser empático y un buen comunicador.
La psicología debería ser un departamento dentro de la medicina o las ciencias neurocognitivas. Pretender estudiar el alma es algo medieval. El hombre no puede ser analizado por fuera de los mecanismos biológicos que lo determinan y del medio social en el que está inserto.
Es una característica argentina: destruir y empezar después de nuevo.
En el proceso de la observación puede reconocerse cinco elementos: objeto de la observación, el sujeto u observador, circunstancias de la observación, medios de observación y cuerpo de conocimiento.