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No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices.
Mario Benedetti
No es muy inteligente ni sensible y gozará despreocupadamente de la vida; vivirá sin enterarse de su insignificancia, y ésta es una variante, acaso la única posible, de la felicidad.
Hermano cuerpo has trabajado a músculo y a estómago y a nervios a riñones y a bronquios y a diafragma cuando me dices: alma ayúdame, sé que estás condenado, eres materiay la materia tiende a desfibrarse.
Los sentimientos son inocentes como las armas blancas.
Ya lo sabes sin tropos ni bengalas la traducción mejor es boca a boca en el beso bilingüe van circulando dulces noticias.
Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.
Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.
Cómo voy a creer... que el mundo se quedó sin utopías, cómo voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza.
Yo quiero darte mi soledad, que es lo único que verdaderamente poseo.
Aunque nos olvidemos de olvidar seguro que el recuerdo nos olvida.
La gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada, nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo.
El más ladrón sabe perfectamente que nadie muere de honestidad.
Mutis inventa a Maqroll el Gaviero como García Márquez a Macondo, Onetti a Santa María, Rulfo a Comala. Maqroll es también una región de lo imaginario, aunque creada mediante un habilísimo montaje de pequeñas y grandes realidades.
El mundo pasa sin interrupciones, con paisajes que llenan el contorno, alarmas con abismos, glorias inaccesibles, perdones que no pedimos y alborotos en la conciencia cerrada con candado. Hasta que en una noche inesperada, los párpados sucumben y ya no se levantan.
El miedo es la condición previa del coraje.
No tengas vergüenza de llorar. Hace bien. Elimina toxinas. Por eso las mujeres vivimos más que los hombres. Porque lloramos más.
Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.
En el envidioso existe una voluntad, una actitud de esfuerzo o, en el peor de los casos, de capricho, que indirectamente lo hace culto, laborioso, incansable. La envidia es el único vicio que se alimenta de virtudes, que vive gracias a ellas.
A esta altura del partido creo en los ojos y las manos del pueblo en general y en tus ojos y tus manos en particular.
Cómo disfrutan en un bando y en otro los asesinos.
El amor es uno de los elementos emblemáticos de la vida. Breve o extendido, espontáneo o minuciosamente construido, es de cualquier manera un apogeo en las relaciones humanas.
Nos resignamos al momento único y feliz. Preferimos perderlo, dejarlo transcurrir sin siquiera hacer el razonable intento de asirlo. Preferimos perderlo todo, antes que admitir que se trata de la única posibilidad y que esa posibilidad es solo un minuto y no una larga, impecable existencia.
Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo.
Cuando llegue el momento de desprendernos de la dulce vida no digamos socorro miremos el ocaso como un triste paisaje y admiremos la luna que parece esperarnos.
Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada, y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz.
Cuando la pena proviene del candor puede ser dulce.
Dios es inestable porque lo creamos a nuestra semejanza.
Hay que empezar a apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del sol, y lo que es más importante, de la sombra.
Soy católica por la libre, digamos free lance. Me entiendo directamente con Dios, sin necesidad de los curas intermediarios.
Entre tú y yo se levantaba un muro de Berlín hecho de horas desiertas añoranzas fugaces.
Vos hacés el amor con cara de empleado.
No somos cobardes, sino que no hemos encontrado aún nuestro coraje.
La verdadera división de las clases sociales habría que hacerla teniendo en cuenta la hora en que cada uno se tira de la cama.
El futuro no es una página en blanco es una fe de erratas.
Me gustaría mirar todo de lejos pero contigo.
Eras sí pero ahora suenas un poco a mí. Era sí pero ahora vengo un poco de ti.
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo.
Sólo la complicidad puede salvarlos.
Si nosotros mismos no sabemos condenarnos o absolvernos ¿quién será capaz de hacerlo?
¡Si uno conociera lo que tiene, con tanta claridad como conoce lo que le falta!