Imágenes
Cuando usted lloró, fue sólo por usted y no por la admirable imposibilidad de alcanzarla a través de la diferencia que les separa.
Marguerite Duras
Podría engañarme, creer que soy hermosa como las mujeres hermosas, como las mujeres miradas, porque realmente me miran mucho. Pero sé que no es cuestión de belleza sino de otra cosa, sí, de otra cosa, por ejemplo, de carácter.
¿Cómo iba yo a imaginarme que esta ciudad estuviera hecha a la medida del amor? ¿Cómo iba a imaginarme que estuvieras hecho a la medida de mi cuerpo mismo?
El alcohol suplió la función que no tuvo Dios, también tuvo la de matarme, la de matar.
Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará. No tener ningún argumento para el libro, ninguna idea de libro es, encontrarse, volver a encontrarse, delante de un libro. Una inmensidad vacía. Un libro posible. Delante de nada. Delante de algo así como una escritura viva y desnuda, como terrible, terrible de superar.
Escribir: es lo único que llenaba mi vida y la hechizaba. Lo he hecho. La escritura nunca me ha abandonado.
Se está solo en una casa. Y no fuera, sino dentro. En el jardín hay pájaros, gatos. Pero, también, en una ocasión, una ardilla, un hurón. En un jardín no se está solo. Pero, en una casa, se está tan solo que a veces se está perdido.
Los chinos, incluso los no muy ricos, tienen amantes. Las esposas lo saben. Así están tranquilas: cuando tienen mujeres afuera siempre vuelven a casa.
La imagen había participado de esta imagen, adelantándose: El mar, informe, simplemente incomparable. El mar, la intensidad que recoge, se aleja, vuelve.
La soledad no se encuentra, se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí donde debía estar sola, donde estaría sola para escribir libros.
La escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida.
Nunca he escrito, creyendo hacerlo, nunca he amado, creyendo amar, nunca he hecho nada salvo esperar delante de la puerta cerrada.
El beso se ha convertido en goce. Tuvo lugar. Se burló de la muerte, del horror de la idea. No le siguió ningún otro beso. Ocupa el deseo todo, para él mismo es su desierto y su inmensidad, su espíritu y su cuerpo.
Aunque sea inútil, creo que, con todo, es necesario llorar. Porque la desesperación es tangible. El recuerdo de la desesperación permanece. A veces mata.
Alrededor de la persona que escribe libro siempre debe haber una separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir.
Podría escuchar cien veces tus historias de china... Ella le coge las manos y las apoya en su propia cara, las besa. Le pide que le cuente. El chino cuenta, con los ojos fijos sólo en ella, la pequeña blanche, una historia de la china imperial.
Nada tiene tiempo de hundirse, todo es arrastrado por la tempestad profunda y vertiginosa de la corriente interior, todo queda en suspenso en la superficie de la fuerza del río.
En la tremenda corriente contemplo el último instante de mi vida. La corriente es tan fuerte que lo arrastraría todo, incluso piedras, una catedral, una ciudad. Hay una tempestad que ruge en el interior de las aguas del río. Del viento que se debate.
Luché por mi cuenta, con todas mis fuerzas, cada día, contra el horror de no comprender ya en absoluto el por qué de recordar. Y como tú, he olvidado.
El mundo puso el pecado y nosotros la ocasión.
Nuestro amor podía llevarnos a la cárcel.
Pienso con frecuencia en esta imagen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he hablado.
Dejamos de conocer a la gente que conocemos y creemos haber esperado a quienes no conocemos.
El suicidio está en la soledad de un escritor. Uno está solo incluso en su propia soledad. Siempre inconcebible. Siempre peligrosa. Si. Un precio que hay que pagar por haber osado salir y gritar.
Te has fijado en las pequeñas islas lanzadas a puñados en the Pacific... Eso es, the Pacific, un océano lleno de volcanes y de tiburones... He aquí lo que es el Pacífico.
Cuando muere es un día triste. De primavera, creo, de abril. La muerte llevaba ventaja sobre el final de su historia. En vida ya estaba acabado, era demasiado tarde para que muriera, era un hecho desde la muerte del pequeño hermano. Las palabras subyugantes: Todo está consumado.
He sido comunista hasta que me di cuenta de que el partido soviético no era comunista.