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- Estoy seguro de que sí. Ha estado usted bebiendo de lo lindo. - ¿Y qué, si he estado bebiendo? Eso no es cosa suya. - ¡Sigue usted siendo la cortesía personificada, incluso en este trance! ¡Por Dios! Scarlett, no beba usted a escondidas. La gente siempre lo nota, y así se arruina la reputación de una persona. Y, además, es mala cosa el beber a solas. ¿Qué es lo que le pasa, encanto?
Margaret Mitchell
Las experiencias nuevas, Scarlett, son muy útiles, porque enriquecen el espíritu.
Hasta que uno no ha perdido la reputación, no comprende que era un peso enorme y que la libertad es algo formidable.
¿Cómo podré hacerte comprender estas cosas? ¡Eres tan joven e irreflexiva, que no sabes lo que significa el matrimonio! - Sé que te amo. - El amor no basta para hacer un matrimonio feliz, y más cuando se trata de dos personas tan diferentes como nosotros.
Mira -le dijo, nerviosa-, si te dijera que estoy locamente enamorada de ti, mentiría y, lo que es peor, tú lo notarías.
¡La muerte, los impuestos y los hijos! ¡Todo ello siempre viene cuando menos falta hace!
Hasta la guerra, la vida nunca fue para mí más real que una serie de sombras chinescas vistas en una pantalla. Y yo prefería que fuese así. No me gusta que los contornos de las cosas sean demasiado nítidos. Me gusta todo suavemente vago, un poco borroso.
El amor no basta para hacer un matrimonio feliz, y más cuando se trata de dos personas tan diferentes como nosotros.
Te quiero. Te quiero por tu bravura y tu tenacidad, y tu brío y tu implacable dureza. ¿Cuánto te quiero? Tanto que, hace un momento, hubiera ultrajado la hospitalidad de la casa que nos ha acogido a mi familia y a mí, hubiera olvidado la esposa más buena que jamás pueda tener un hombre...
Después de todo, mañana es otro día.
La sociedad no quiere que nadie se destaque. Es el único pecado que no perdona. ¡Desdichado del que es diferente de los demás!
El mundo exterior pasaba a segundo plano ante las demandas de los estómagos vacíos, y la vida venía a condensarse en dos ideas unidas: procurarse alimento y comer. ¡Comida! ¡Comida! ¿Por qué el estómago tenía la memoria más sensible que el cerebro?
¿Cómo puede ser cobarde el hombre que saltó sobre un cañón en Gettysburg para animar a sus soldados? Eso no es valentía -dijo él con fatiga-. El combate es algo como el champaña. Se sube a la cabeza de los cobardes tan rápidamente como a la de los héroes. Cualquier imbécil puede ser valiente en el campo de batalla, cuando ha de serlo o morir.
Y, una vez aplazadas, las disculpas resultaban cada vez más difíciles de exponer, y, finalmente, imposibles.
No tengo ganas de preocupaciones. Cuando estreno sombrero me hace el efecto de que todos los números que conozco se borran de mi cabeza.
Pero -repitió Scarlett tercamente, como una niña que cree que exponer su deseo es conseguirlo-, pero yo te quiero. - Ésa es tu desgracia.
Anímese, querida. Algún día la besaré y a usted le agradará. Pero ahora no. Le ruego que no sea tan impaciente.