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Te reclama el juez y te reclama el abogado: mi opinión es, Sexto, que pagues al acreedor.
Marcial
El libro que recitas, Fidentino, es mío; pero cuando lo recitas mal, empieza a ser tuyo.
Eres hermosa, lo sabemos; y joven, es verdad; y rica, pues, ¿quién es capaz de negarlo? Pero, cuando te alabas, Fabula, demasiado, ni rica ni hermosa ni joven eres.
El que cree que Acerra huele al vino del día anterior, se equivoca: Alcerra bebe siempre hasta el amanecer.
Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces.
Si recuerdo bien, tenías, Elia, cuatro dientes: una primera tos te echo fuera dos, y otra, otros dos. Ya puedes toser tranquila durante días enteros: una tercera tos no tiene nada que hacer ahí.
Es vivir dos veces el poder disfrutar de la vida pasada.
Hay cosas buenas, hay algunas medianas, son malas la mayoría de las que lees aquí: un libro no se hace, Avito, de otra forma.
Te quejas, Velox, de que yo escribo epigramas largos. En cambio tú no haces nada. Bien cortos te salen.
El ceder ante uno más fuerte es conseguir el segundo puesto del valor; la victoria insoportable es la que logra uno más débil -que tú-.
Lesbia jura que nadie se ha acostado gratis con ella. Y dice la verdad. Pues cuando va a la cama, siempre paga.
No huele bien lo que siempre bien huele.
Eso de gritar sin cesar, eso de interrumpir a los abogados en los procesos, eso, Elio, no lo haces por nada: cobras por callar.
Soy feliz, Póstumo, con los besos de saludo que me das con un solo labio: pero podrías suprimir la mitad de esa mitad. ¿Quiéres hacerme un favor más grande y verdaderamente inestimable? Guárdate esa mitad entera.
No esperes a vivir mañana: vive hoy.