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Yo aprendí de mis maestros, que tienen la suerte de no saber que soy su alumno. Pero no hubiera escrito si no hubiera encontrado mi propia voz. Sin ellos, no podría haber encontrado mi propia voz.
Marcelo Birmajer
Yo creo que uno está obligado a defenderse, porque la propia vida es sagrada.
El otro día justo estaba pensando... Los cuentos que a mí más me gustan son de amor y de guerra.
Yo creo que el mejor homenaje que uno puede hacer a las historias que lo impactaron y emocionaron es inventar historias nuevas.
El problema no es la autoridad sino qué dice esa autoridad. Y para mí los dichos son sagrados. Y los dichos son respetar la vida y la libertad del otro. En eso creo.
No hay teorías para la vida: la vida desprecia a las teorías. La vida es el agua que pasa por cualquier parte, es el aire que entra por cualquier cerradura.
Uno quiere entrar en distintos casilleros de la memoria de cada persona. Pero en el caso de los lectores, me gustaría ser recordado como un buen contador de historias inventadas por mí. Como un buen inventor y contador de historias.
La literatura es el arte de derribar paradigmas.
Dios no es injusto; en un mundo entero de hombres felices no cabría la literatura.
El talento no tiene raíz. Es un misterio. Todo intento de categorización siempre terminó en un fracaso.
Pienso que al lector le gusta que le cuenten buenas historias, que lo entretengan, que lo emocionen, que lo mantengan en suspenso. Ése es mi lector.
Siempre hay elementos de mi vida, pero transformados de tal manera que se conviertan en la vida de un personaje. Nunca es exactamente lo que me pasó a mí.
Se puede ser argentino judío, argentino italiano, argentino español y utilizar esas raíces para contar historias singulares.
Uno puede dar la vida por cualquier cosa y sentirse un héroe, pero los verdaderos héroes son los que nos ayudan a vivir. Labrar la tierra, construir una casa, formar una familia, es una tarea harto más difícil que morir por cualquiera de esas cosas.