Imágenes
Los flechazos no existen más que en los libros. En la vida real, los sentimientos se construyen tan lentamente como edificamos nuestro hogar, piedra a piedra.
Marc Levy
lo reconozco, y, al mismo tiempo, ser testigo de tanto amor te hace aspirar a un ideal difícil de alcanzar.
La mirada de un niño a veces te hace remontarte tanto en tus recuerdos que es imposible no dar una respuesta a la pregunta formulada.
Imagine el amor que hace falta para reinventarse sin tregua la presencia del ser amado. Esa mujer tiene razón: no porque se haya marchado ha dejado de existir. Con un poco de fantasía dentro de uno, la soledad no existe.
Soñamos con un ideal, rezamos por él, lo llamamos, lo acechamos, y luego, el día en que se esboza, descubrimos el miedo de vivirlo, el de no estar a la altura de los propios sueños.
Dicen que los pensamientos de dos personas que se aman siempre terminan por encontrarse.
Amar no es renunciar a la propia libertad, es darle un sentido.
Porque ver sufrir a mi madre me hizo comprender que, para un hombre, amar es recoger la belleza de una mujer, ponerla bajo llave para que ella se sienta bajo su protección, y quererla... hasta que el tiempo la marchite.
La vida no se vive en recuerdos que se confunden con anhelos. La felicidad necesita algunas certezas, por pequeñas que sean.
Experimentarás muchos miedos. Lucha contra ellos, pero no los sustituyas por vacilaciones demasiado largas. ¡Piensa, decide y actúa! No tengas dudas; la incapacidad para asumir las elecciones propias genera cierta dificultad para vivir.
No hay nada más sagrado que la vida, y si se mantiene en contra del sentido común, es una señal que hay que interpretar.
Yo estaré esperándote cuando despiertes; puede que seas invisible para los demás, pero no para mí.
La memoria es una artista extraña, redibuja los colores de la vida, borra lo mediocre y sólo conserva los trazos más hermosos, las curvas más conmovedoras.
Quien no sabe compartir carece de emociones.
Quizá sea mejor equivocarse por torpeza, por exceso de amor, que quedarse sin hacer nada.
Todos encontramos buenas excusas para no permitirnos amar, por miedo a sufrir, por miedo a que un día nos abandonen. Y, sin embargo, cuánto amamos la vida, pese a saber que algún día nos abandonará.
Uno puede echarle la culpa de todo a su infancia, culpar indefinidamente a sus padres de todos los males que padece, de las pruebas a las que lo somete la vida, de sus debilidades, de sus cobardías, pero a fin de cuentas es responsable de su propia existencia; uno se convierte en quien decide ser.
En una historia de amor hace falta saber irse antes de que sea demasiado tarde.