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Entonces construyeron un fuerte aquí y nos delegaron un agente, que nos aconsejó buena conducta. Nos dijo que debíamos vivir en paz con los blancos, y respetar nuestras promesas. Éstas las pusieron en un papel, para que jamás se nos olvidaran.
Manuelito
Antes de partir los jefes debieron firmar un nuevo tratado que daba comienzo con las palabras: A partir de hoy toda guerra entre las partes firmantes cesará para siempre Lo firmaron: Barboncito, Armijo, Delgadito, Manuelito, Herrero Grande y siete jefes más.
Le dijimos que trataríamos de retener sus palabras. Nos dijo: Quiero que todos me miréis al tiempo que se erguía ante nosotros. Añadió que si no teníamos de qué avergonzarnos, podríamos mirar a la gente a la cara. Por último, exclamó: Hijos míos, os devolveré a vuestros hogares.
Sagrada es mi manera de vivir. He mirado a los cielos. Sagrada es mi manera de vivir. Numerosos, mis caballos.
Permanecimos allí varios años. Muchos de los nuestros murieron a causad el clima los enviados de Washington mantuvieron una entrevista con nosotros. Los blancos castigaban a quienes desafiaban sus leyes. Prometimos respetar el tratado cuatro veces prometimos hacerlo así. Todos, sin excepción, dijimos Sí al tratado, y él nos dio buenos consejos.
Luchamos por aquellas tierras para no perderlas. Lo perdimos casi todo. La nación americana es demasiado poderosa para nosotros. Cuando habíamos de luchar durante pocos días, nos sentíamos frescos y dispuestos. Con el tiempo, los soldados nos agotaban e infligían sobre nosotros la desesperación y el hambre.