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Cuando se conoce todo suele perdonarse mucho.
Manuel del Palacio
No hay un tonto, entre los muchos que de serlo dan indicios, del que con poco trabajo no pueda sacarse un pícaro.
La vida ofrece a cada criatura su copa de amargura: los buenos se la beben; el malvado la hace beber a cuantos tiene al lado.
No he comprendido jamás que haya escritores, quizás de los de mayor aliento, que malgasten su talento negando el de los demás.
Las dichas que se ganan juzgo quimeras; sólo las que se pierden son verdaderas.
Solamente una línea, y no muy clara, la estupidez de la bondad separa, y en un punto, inapreciable en apariencia, divide la razón y la clemencia así, por línea más o punto menos, hay tantos locos y tan pocos buenos.
De un secreto hice a un mudo depositario; recobró la palabra para contarlo.
El día que las desgracias hayan aprendido el camino de tu casa, múdate.
Si recto quieres ir, solo camina: quien se apoya, se inclina.
Con más o menos valor, no hay quien no sepa escalar las alturas del favor; pero saberlas bajar, sólo el hombre superior.
Visible alguna vez, latente muchas, en todo ser humano hay una bestia; cuando esconde las garras descubre las orejas.
Solamente hay dos escuelas donde se educan los hombres: la desgracia y la miseria. En la dicha y la fortuna se aprenden otras mil cosas, pero las verdades, nunca.