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En el fútbol juega la fuerza, la inteligencia y la picardía sana del jugador.
Mágico González
He tragado fútbol desde siempre.
Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme.
Quiero agradecer a las personas que han hecho posible que pueda tener el gustazo de quitarme el sombrero ante esta noble afición por esa década que me consintió, perdonó y tal vez me admiró.
Mi obsesión fue ser feliz sin pisar a nadie.
Maradona fue el más grande, junto a Johan Cruyff y su Naranja Mecánica. Fueron mis ídolos. Para mí, en cambio, el fútbol fue una forma de pasársela bien y disfrutar.
Respeté al fútbol pero no me respeté a mí.