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La naturaleza nunca destruye nada a no ser que dé algo mejor.
Maestro Eckhart
Si quieres vaciarte absolutamente de toda mercancía, de forma que Dios te deje estar en el templo, todo lo que hagas en tus obras debes cumplirlo únicamente por el amor de Dios y mantenerte tan vacío de todo como vacía es la nada, que no está ni aquí ni allí. No tienes que pretender absolutamente nada. Si actúas así, tus obras serán espirituales y divinas.
El hombre no debe aceptar a Dios por su bondad o su justicia, sino que debe comprenderlo en la sustancia pura y limpia en la que él se comprende a sí mismo en su pureza. Pues la bondad y la justicia son un vestido de Dios que le ocultan. Por eso, aparta de Dios todo cuanto lo reviste y tómalo puro en el vestidor en donde está descubierto y desnudo en sí mismo. Entonces permaneceréis en él.
Está aquí y está allí, está lejos y está cerca, es profundo y es alto, en tal forma creado que no es esto ni aquello.
Se perdería el placer de vivir si se conociera el secreto de la muerte.
En todo lo que hay sobre la tierra y sobre el cielo nada le puede turbar, debe hallarse en tal paz que si el cielo y la tierra se hallarán invertidos, encontraría paz en Dios.
Si quieres buscar la grandeza, olvídala y busca la verdad; de este modo alcanzarás ambas.
Los hombres justos toman tan en serio la justicia que, si dios no fuera justo, él no les importaría ni un comino.
Dionisio dice: la carrera no es más que un retorno de todas las criaturas y un unirse en la descreación. Y cuando el alma llega a este punto, entonces pierde su nombre y Dios la atrae hacia sí, de manera que se anonada, así como el sol atrae hacia sí a la aurora para que se aniquile. Pero la paz absoluta no está en ninguna parte excepto en un corazón separado.
Hazte como un niño, ¡Hazte sordo y ciego! Tu propio yo ha de ser nonada, ¡Atraviesa todo ser y toda nada! Abandona el lugar, abandona el tiempo ¡Y también la imagen! Si vas sin camino por la senda estrecha, alcanzarás la huella del desierto.
Cuando el alma es ciega y no ve nada más, entonces ve a Dios... Un maestro dice: en su pureza más alta, el ojo, en donde no tiene color -en sí mismo-, ve todos los colores... A través de lo que no tiene color se ven todos los colores.
Si quieres ser consolado, olvídate de quienes están mejor -que tú- y piensa en todos aquellos que están peor.
Dios no nos ve cuando estamos en pecado. Dios nos conoce en la medida en que estemos dentro de Él, es decir, en cuanto estemos sin pecado.
Un Avemaría dicha de todo corazón y con desprendimiento tiene más fuerza y bondad que mil salterios dichos de cara a la exterior.
El camino te conduce a un maravilloso desierto, a lo ancho y largo, sin límite se extiende. El desierto no tiene ni lugar ni tiempo, de su modo tan sólo él sabe.
El templo en el que Dios quiere dominar según su voluntad es el alma del hombre... Esa es la razón por la que Dios quiere tener el templo vacío, para que ahí dentro no haya nada que no sea él.
Un hombre justo es aquel que está formado en la justicia y transformado en su imagen.
Justo es aquello que es igual en el amor y en el sufrimiento y en la amargura y en la dulzura, -justo es- aquel a quien no lo estorba ninguna cosa para hallarse -como- uno en la justicia.
Un hombre pobre es el que nada quiere, nada sabe y nada tiene.
Si el hombre se une a Dios por amor es desnudado de las imágenes y formado y transformado en la uniformidad divina, en la que él es uno con Dios.
Lo más pequeño que se conoce de Dios, aunque sólo sea una flor, al tener un ser en Dios, es más noble que el mundo entero. Lo más pequeño que en Dios es, en cuanto que es un ser, es mejor que conocer a un ángel... Para Dios nada muere, todas las cosas viven en él.
Debes atravesar y superar todas las virtudes y, debes tomar la virtud sólo en aquel fondo en donde es una con la naturaleza divina.
Hay una potencia en el alma y no sólo una potencia sino -una- esencia y no sólo -una- esencia sino algo que desliga de la esencia.
El recto ser separado no es otra cosa sino que el espíritu permanezca inmóvil ante todo asalto del cuerpo y del dolor, honor, vergüenza y oprobios, tanto como lo hace una montaña de plomo ante un viento débil. Y debe saber: estar vacío de todas las criaturas es estar lleno de Dios, y estar lleno de todas las criaturas es estar vacío de Dios.
¡Ahora prestad atención y mirad bien! Si el hombre fuera siempre virgen, no daría fruto alguno. Si ha de hacerse fecundo, es necesario que sea mujer. Mujer es el nombre más noble que se puede atribuir al alma, y es mucho más noble que el de virgen.
No hay que comprender a Dios ni considerarlo como algo ajeno a mí... Alguna gente simple se imagina que deberían ver a Dios como si estuviera allí y ellos aquí. Pero esto no es así. Dios y yo somos uno.
Virgen indica alguien que está vacío de toda imagen extraña, tan vacío como cuando todavía no era. Si estuviera en el ahora presente, libre y vacío, por amor de la voluntad divina, para cumplirla sin interrupción, entonces verdaderamente ninguna imagen se interpondría y yo sería, verdaderamente, virgen como lo era cuando todavía no era.
Sólo la mano que borra puede escribir la verdad.
¡Oh alma mía, sal fuera, Dios entra! Hunde todo mi ser en la nada de Dios ¡Húndete en el caudal sin fondo! Si salgo de ti, tú vienes a mí, si yo me pierdo, a ti te encuentro. ¡Oh bien más allá del ser!
Todas las cosas han sido creadas de la nada; por eso su verdadero origen es la nada, y en la medida en que aquella noble voluntad se inclina hacia las criaturas, cae con éstas en su propia nada.
Quien quiera ver a Dios tiene que ser ciego.
Es luz, claridad, es todo tiniebla, innombrado, ignorado, liberado del principio y del fin, yace tranquilo, desnudo, sin vestido.
¿Qué es la vida? El ser de Dios es mi vida. Si por tanto mi vida es el ser de Dios, entonces el ser de Dios tiene que ser mi ser y el ser esencial de Dios mi ser esencial, ni más ni menos.
El hombre debería estar en su anhelo tan separado de sí mismo que no debería pensar en nadie ni en nada que no fuera deidad en sí misma, ni tan siquiera en la bienaventuranza, ni en esto ni en lo otro, sino en Dios como Dios y la deidad en sí misma... Por eso separa todo añadido de la deidad y tómala desnuda en sí misma.
Cuando el alma alcanza la luz sin mezcla, entonces penetra en su nonada, tan lejos de su ser creado que no puede regresar de ninguna manera por fuerza propia a su ser creado. Y Dios, a causa de su ser increado, sostiene su nonada y la contiene en su ser. El alma se ha arriesgado a ser anonadada y no puede, por sí misma, retornar a sí misma...