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Hay tan pocas grandes fortunas libres de culpa, que yo perdono a vuestros padres el que no os hayan dejado ninguna.
Madame de Lambert
La sociedad no es otra cosa que una turba de fugitivos de sí mismos.
Todo el mundo se duele de la falta de amigos; pero nadie se preocupa de revestirse de aquellas cualidades necesarias para conseguirlos y conservarlos.
Hay virtudes que no se adquieren sino en la adversidad. No sabemos lo que somos hasta que hemos paladeado la amargura de la desgracia.
Es menester, en cuanto esto sea posible, que fundamentéis la felicidad en vosotros mismos, y que encontréis en vuestro ser el equivalente de los bienes que la fortuna os ha rehusado.
No hay más que dos épocas en la vida en las que la verdad se nos muestra y nos ayuda: en la juventud para instruirnos y en la vejez para consolarnos. Durante el tiempo de las pasiones, la verdad nos abandona.
Vivimos con nuestros defectos igual que con nuestros olores corporales: nosotros no los percibimos y no molestan salvo a quienes están con nosotros.
Las virtudes femeninas son difíciles, porque la gloria no estimula su práctica.
El pudor debe conservarse aun en los momentos destinados a perderlo.
No es la privación de conocimientos lo que hay que temer, sino el error y los juicios falsos.