Imágenes
Si el ingenio y el arte me asistieren, esparciré por cuantos mundos fueren.
Luís de Camões
Cosas imposibles, es mejor olvidar que quererlas.
Hablad de castellanos y de portugueses, porque Españoles somos todos.
Es fuego amor que no se siente arder, es herida que duele y no se siente; es un contentamiento descontente; es dolor que no atina sin doler.
Es tirana ley, del niño señor, que por un amor se deseche un rey.
Al ver vuestra belleza, oh amor mío, de mis ojos dulcísimo sustento, tan elevado está mi pensamiento que conozco ya el cielo en vuestro brío.
Mirándonos, Señora, me confundo, pues todo el que contempla vuestro hechizo decir no puede vuestras gracias bellas.
Nada hay que el Moro con placer no tome, y con placer más grande bebe y come.
Desque una vez yo miré, señora, vuestra beldad, jamás por mi voluntad los ojos de vos quité. Pues sin vos placer no siente mi vida, ni lo desea, si no queréis que yo os vea, ¿Qué veré que me contente?
¿Preguntadme el por qué de este quebranto? Responderlo no sé... Tal vez sería sólo porque os miré, dulce señora.
Mudan los tiempos y las voluntades; se muda el ser, se muda la confianza; el mundo se compone de mudanza tomando siempre nuevas calidades.
Tan solo si el amor os mueve habréis la comprensión de mis poemas.
Que se extienda por todo el universo, si tan sublime asunto cabe en verso.
Lástima fuera, mi preciosa dama, que Amor sembrara en vos tantos primores si vuestra privación los vuelve abrojos.
Mi corazón me han robado; y Amor viendo mis enojos, me dijo: Fuete llevado por los más hermosos ojos que desque vivo he mirado. Gracias sobrenaturales te lo tienen en prisión. Y si Amor tiene razón, señora, por las señales, vos tenéis mi corazón.
Los buenos siempre vi pasar severos castigos en el mundo, Y para mí lo más sorprendente Los malos vi siempre nadar Por mar de contentamientos.
El amor es fuego que quema sin ser visto.
Con más conocimiento se gana, que con el brazo.
Transformase el que ama en cosa amada por obra y gracia de alta fantasía; después el corazón ya nada ansía, pues lleva en sí la parte deseada.
Casi siempre la fama llega demasiado tarde.
En vos hallar esperan renovada su memoria y sus obras valerosas; y allá os muestran lugar, como acá ejemplo, que abre al mortal de eternidad el templo.
Tomad las riendas del imperio vuestro y dad materia á nuevo y mayor canto: y empiecen á sentir el duro peso (que por el mundo todo cause espanto) de ejércitos y hazañas singulares, de África tierras y de oriente mares.
Porque hermosura tanta en vos ve el mundo que no le asombra el ver que quien os hizo es el autor del cielo y las estrellas.