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Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi propio mundo.
Ludwig Wittgenstein
La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive. Si por eternidad se entiende no una duración temporal infinita, sino la intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente.
El mundo es todo lo que acaece.
En otras épocas, los hombres ingresaban en monasterios. ¿Se trataba de hombres tontos o embotados? Bien, si tales personas emplearon tales medios para poder seguir viviendo, ¡el problema no puede ser fácil!
Imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.
La sabiduría no tiene pasiones. Kierkegaard llama a la fe, por el contrario, una pasión.
O no debo decir que quien vive correctamente no experimenta el problema como tristeza, es decir, como algo problemático, sino más bien como una alegría; por así decirlo, como un ligero éter en torno a su vida y no como un trasfondo dudoso.
De lo que no se puede hablar hay que callar.
La arquitectura exalta algo. Por eso, allí donde no hay nada que exaltar, no puede haber arquitectura.
Meine Sätze erläutern dadurch, daß sie der, welcher mich versteht, am Ende als unsinnig erkennt, wenn er durch sie -auf ihnen- über sie hinausgestigen ist.
Siempre es bueno en filosofía plantear una pregunta en lugar de dar una respuesta a una pregunta. Pues una respuesta a una pregunta filosófica fácilmente puede resultar incorrecta; no así su liquidación mediante otra pregunta.
Una palabra nueva es como una semilla fresca que se arroja al terreno de la discusión.
Sentimos que aún cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta.
La religión cristiana es sólo para aquel que necesita una ayuda infinita, es decir, para quien siente una angustia infinita.
La sabiduría es gris. En cambio, la vida y la religión son multicolores.
Los problemas se solucionan, no por dar nueva información, sino ordenando lo que siempre hemos conocido.
Predestinación: así solo puede escribirse bajo el más espantoso dolor; y entonces significa algo muy distinto. Pero el mismo motivo, nadie puede citarlo como una verdad, aun cuando el mismo lo dijera bajo tormento. No es una teoría. O también: no es la verdad a primera vista parece expresarse con estas palabras. Más que una teoría, es un suspiro o un grito.
La fe religiosa y la superstición son muy diferentes. Una surge del temor y es una especia de falsa ciencia. La otra es un confiar.
Pero ¿acaso no sentimos que quien no ve allí un problema está ciego ante algo importante; a decir verdad ante lo más importante? ¿No me gustaría acaso decir que ese tal vive precisamente ciego, como un topo, y que si pudiera ver, vería el problema?
Los hombres son religiosos no tanto en cuanto se creen muy imperfectos sino en cuanto se creen enfermos. Cualquier persona medianamente decente se considerará sumamente imperfecta; pero el hombre religioso se considera miserable.
Que toda la sabiduría es fría y que con ella es tan difícil ordenar la vida como forjar hierro frio.
Nuestra civilización se caracteriza por la palabra progreso. El progreso es su forma, no una de sus cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la claridad, la transparencia, es un fin en sí.