Imágenes
La religión tiene por padre a la miseria y por madre a la imaginación.
Ludwig Feuerbach
El hombre es lo que come.
La moral que no tiene por objeto la felicidad es una palabra vacía de sentido.
La sensación es el órgano de lo absoluto.
La creencia de la vida celestial es la creencia en la inutilidad e insignificancia de esta vida.
Tu primer deber es procurar tu propia felicidad. Siendo dichoso, harás también dichosos a los demás. El hombre dichoso no puede ver más que gente dichosa en torno suyo.
La vida, como un vino precioso, hay que saborearla poco a poco, sorbo a sorbo. Los mejores vinos pierden todo su encanto y no se estiman bien si se tragan como si fuera agua.
El sentimiento de dependencia es el fundamento de la Religión.
Donde no hay amor, no hay verdad: y sólo aquel es algo que ama. No ser nada y no amar nada es lo mismo.
La vida del hombre es su concepción de la vida.
No ser nada y no amar nada, es lo mismo.
Las verdades más simples son aquellas a las que, precisamente, se llega más tarde.
Es más cómodo sufrir que actuar; es más cómodo dejarse redimir y liberar por otro, que liberarse a sí mismo; es más cómodo hacer depender su salvación de otra persona, que de la propia fuerza; es más cómodo amar que anhelar; es más cómodo saberse amado de Dios, que amarse a sí mismo con un amor sencillo o natural, innato en todos los seres.
Cuanto más crece nuestro conocimiento de los buenos libros, tanto más disminuye el círculo de los hombres cuya compañía nos resulta ingrata.
Así los dioses son criaturas de la imaginación, pero de una imaginación encendida por la sensación del hombre a su dependencia, de sus aflicciones y de su egoísmo; son criaturas no solamente de la imaginación sino también de la emoción, especialmente de las emociones de la esperanza y del miedo.
Dios no es más que el espíritu humano proyectado al infinito.
El profesor instruye y el buen artista aprende hasta su lecho de muerte.
El hombre dice de Dios aquello que cree de sí mismo.
Para ver un cuadro se requieren muchas cosas, la primera de ellas, una silla.
Hablar es un acto de libertad; la palabra es, en si misma, libertad.