Imágenes
Mi vida es un perfecto cementerio de esperanzar muertas.
Lucy Montgomery
Sólo se había preocupado por las cosas terrenales, por las pequeñas cosas pasajeras de la vida, olvidando las que llevan hacia la eternidad, las que unen los dos extremos del golfo y hacen de la muerte el paso de un mundo al otro, del amanecer al pleno día.
Pero mucho tiempo atrás había aprendido que cuando se aventuraba en el reino de la fantasía, debía hacerlo sola. Era una senda encantada por donde no podía seguirla ni el ser más querido.
- Después de todo -le había dicho Ana a Marilla una vez-, creo que los días más hermosos y dulces no son aquellos en los que ocurren cosas espléndidas, maravillosas o excitantes, sino simplemente los que nos traen pequeños placeres sucesiva y suavemente, como perlas que se sueltan de un collar.
Es muchísimo más fácil ser buena cuando las ropas están a la moda.
Ahora entiendo por qué algunos hombres no pueden evitar embarcarse -dijo Anne-. Ese deseo que nos viene a todos en algún momento, navegar más allá de los confines del ocaso, ha de ser muy fuerte cuando nace en alguien.
Y en lo que se refiere al riesgo, lo hay en casi todo lo que uno hace en este mundo. Hay riesgos en los niños propios si llega el caso; no siempre resultan buenos.
El humor es el más picante de los condimentos en el festín de la existencia. Ríanse de sus errores pero aprendan de ellos; alégrense en sus penas pero ganen fuerza con ellas; hagan un chiste de las dificultades, pero vénzanlas.
A los dioses, según dice una vieja superstición, no les gusta ver mortales demasiado felices. Lo que sí es seguro es que a algunos seres humanos no les gusta.
Pero nada que valga la pena se consigue con facilidad, y siempre pensé que ser amiga de ella valdría la pena.
¡Es tan hermoso ver los pinos destacándose contra el rosado cielo y el huerto blanco y la Reina de las Nieves! ¿No es delicioso el aroma de la menta? Y la rosa... Es un canto, una esperanza y una plegaria a un tiempo.
El viento ululaba entre las ramas de los árboles, y ya se sabe que en el mundo no hay música más dulce que la del viento sonando en las copas de los pinos al atardecer.
Le salvé la vida y, cuando se salva la vida de alguien, es obligado quererlo.
¡Me parece horrible irse de este mundo sin dejar una persona que lo sienta!
Pero creo que a mí me gusta la gente supersticiosa. Le da color a la vida. ¿No sería aburrido el mundo, si todos fueran sabios, sensatos... Y buenos?
Nadie nunca es demasiado grande para soñar. Y los sueños nunca envejecen.
Tener aventuras es algo natural en algunas personas -dijo Ana serenamente-. O se tienen o no se tienen dotes para vivirlas.
El viaje desde la estación hasta Tejados Verdes siempre había sido una parte muy agradable de los fines de semana que Anne pasaba en casa. Siempre recordaba su primer viaje desde Bright River, con Matthew. Había sido en primavera, y ahora era diciembre, pero a lo largo del camino, todo parecía decirle: ¿Recuerdas? ¿Recuerdas?
Y también pienso que las violetas son pequeños recortes de cielo que caen cuando los ángeles cortan los agujeritos por donde brilla las estrellas.
Nunca veo salir un barco del canal o volar una gaviota por encima del banco de arena sin desear estar a bordo del barco o tener alas, no como una paloma, para irme volando y descansar, sino como una gaviota, para meterme en el corazón mismo de una tormenta.
El capitán Jim era un anciano de alma elevada y mente sencilla, con una eterna juventud en los ojos y en el corazón.
Me sentí alegre al poder plantar el rosal sobre su tumba, como si estuviera haciendo algo que le gustaba. Espero que tenga rosas así en el cielo. Quizá estén allí las almas de todas esas rositas que él amó durante tantos veranos.
Me encanta oler flores en la oscuridad -dijo-. Es cuando puedes apoderarte de tu alma.
¿Se puede saber por qué insiste en compadecerlo? Yo creo que es digno de envidia. Conmigo obtiene cerebro, belleza y un corazón de oro.
Me parece muy natural que a un niño de nueve años le guste más leer un libro de aventuras que la Biblia. Pero, cuando seas mayor, estoy segura de que comprenderás que la Biblia es un libro maravilloso.
En este mundo pagamos un precio por todo cuanto conseguimos y, aunque vale la pena tener ambiciones, éstas no se alcanzan con facilidad, sino que exigen su precio en trabajo, abnegación, ansiedad y descorazonamiento.
Toda su vestimenta era anticuada, pero la llevaba con tanta majestuosidad, que la hacía parecer eterna como la ropa de la realeza.
Ése es el inconveniente de crecer y empiezo a comprenderlo. Las cosas que se desean cuando se es niña no son ni la mitad de hermosas cuando se crece.
Siempre hay cambios. Justo cuando las cosas están verdaderamente bien, cambian.
Todo lo que vale la pena tener da algún trabajo.
Temo que si hablo o me muevo toda esta magnífica belleza se desvanecerá como un silencio roto -suspiró ella.
Yo habría elegido nacer en primavera, por supuesto. Debe ser delicioso llegar al mundo junto con las flores de mayo y las violetas.
Cuando una gran pasión se apodera del alma, el resto de los sentimientos se apretujan en un costado.
Es todo lo que pude imaginar en mis sueños más fantasiosos y cada latido de mi corazón es para él. Sé que vamos a ser felicísimos.
Cuando hayas aprendido a reírte de las cosas de las que hay que reírse y no de aquellas de las que no, tendrás sabiduría y comprensión.
¿Cómo puedo ser presumida cuando sé que soy fea? -protestó Ana-. Me gustan las cosas bellas y odio mirar al espejo y ver algo que no sea hermoso. Me hace sentir muy triste; igual que cuando veo algo horrible. - Quien hace cosas hermosas es hermoso - dijo Marilla.
A veces pienso que no vale la pena hacer amigos. Se van de nuestra vida después de un tiempo y dejan una herida mucho más dolorosa que la soledad anterior a ellos.
Hay cierta magia en las palabras seda y encaje, ¿No es cierto? -dijo la tía-. Su sonido me hace sentir como si estuviera preparándome para un baile. Y seda amarilla; me hace pensar en un vestido hecho con rayos de sol. Siempre soñé con tener un vestido de seda amarilla.
No había trinos de aves ni susurro de arroyos ni chismes de ardillas. Pero el viento tocaba una música ocasional que suplía en calidad lo que le faltaba en cantidad.
Me siento como si, al abrir un libro, hubiera encontrado entre sus páginas rosas del ayer. Dulces y amadas rosas del ayer.