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El pecado se trata de una falta de reconocimiento de la autoridad de Dios.
Lucas Leys
Los líderes que marcan la diferencia no se quedan en las palabras. No hacen solo afirmaciones románticas escondidos detrás de un pulpito evangélico, ni pegan gritos de victoria o de júbilo solo cuando están arriba de un escenario, sino que se dedican a avanzar.
Los líderes excepcionales provocan a sus colegas, equipo de trabajo y aprendices a que siempre continúen desarrollándose.
Si liderazgo es sinónimo de influencia, el liderazgocristiano tiene que ver con ejercitar la influencia de Cristo y no la de nosotros en la vida de otra persona, y la clave ejecutiva es no intentar conquistarlos sino servirlos.
El líder que mira al interior de las personas para salvarlas de sí mismas y ayudarlas a desatar su potencial es uno que produce confianza y lealtad.
Los líderes excepcionales responden a un estándar interno, y de allí comienza a emerger su autoridad.
Dios no es un ser creado, sino que es el Creador de todo lo que existe.
Los líderes como Jesús son audaces, creativos y seguros porque conocen su identidad y tienen un sentido de llamado.
Estar unidos no es sinónimo de ser iguales ni de estar siempre de acuerdo.
Los líderes más admirados y más populares en el mundo son aquellos que enfrentan heroicamente a los enemigos de un mayor grupo de personas.
Lo importante es que brille Jesús, no quién sea el burro que tiene el privilegio de llevarlo. Si aprendiéramos esto habría menos competencia desleal, iglesias divididas, denominaciones peleadas y ministerios frustrados.
Las nuevas generaciones retroceden cuando carecen de esperanza y progresan cuando la tienen.
La rebeldía puede ser un don maravilloso. Es la rebeldía la que dispara la creatividad, la exploración, el progreso y las revoluciones.