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Soy rey de mi voluntad, no me la ocupan negocios, y ser muy rico de ocios es suma felicidad.
Lope de Vega
El ingrato el bien escribe en el agua, el mal en piedra.
¡Dios me libre de enemistades de amigos!
No hay cosa más fácil que dar consejo ni más difícil que saberlo tomar.
Señales son del juicio ver que todos le perdemos, unos por carta de más otros por carta de menos.
No quiso la lengua castellana que de casado a cansado hubiese más de una letra de diferencia.
La mujer tiene el color y el perfume de las rosas, la limpidez y pureza del cristal y sobre todo, su fragilidad.
Si humor gastar pudiera, con más salud sospecho que viviera.
Yo he visto mujeres feas que tratadas son hermosas.
No falta razón, que esta fiesta bruta sólo ha quedado en España, y no hay nación que una cosa tan bárbara e inhumana si no es España consienta.
Ni me dejo forzar ni me defiendo, darme quiero a entender sin decir nada. Entiendame quien pueda; yo me entiendo.
Son celos cierto temor tan delgado y tan sutil, que si no fuera tan vil, pudiera llamarse amor.
Forzoso es hablarle al vulgo en necio para darle gusto.
... porque como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto.
La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación.
Quien no ama la vida, no la merece. ¿Qué viene a ser esta vida, sino un breve camino para la muerte?
No sé yo que haya en el mundo palabras tan eficaces ni oradores tan elocuentes como las lágrimas.
La virtud, como el arte, hallarse suele cerca de lo difícil.
La muerte es cobarde para los que no la huyen y animosa para los que la temen.
Lo que cuenta no es mañana, sino hoy. Hoy estamos aquí, mañana tal vez, nos hayamos marchado.
No hay mejor lana que no tener mañana, ni mejor bronce que tener años once.
El querer no es elección porque ha de ser accidente.
No tiene un padre enemigos como los hijos traviesos.
La poesía es pintura de los oídos, como la pintura poesía de los ojos.
Que de una mujer que es buena mil cosas buenas se aprenden.
La Niña a quien dijo el Ángel que estaba de gracia llena, cuando de ser de Dios madre le trujo tan altas nuevas.
Es cualquier libro discreto (que si cansa, de hablar deja) un amigo que aconseja y que reprende en secreto.
Pero con una cosa me contento; que aunque pueda quitarme la esperanza, no me puede quitar el pensamiento.
Quien desea morir, la vida teme.
¡Qué tanto puede una mujer que llora!
La liberalidad es la primera hija del amor y la piedra imán más atractiva para los hierros de la voluntad.
Que en amigotes de los que hay agora Ni deuda ni mujer está segura.
A los que no la pueden gozar, pésales que haya hermosura.
Quién lástima escucha, cerca está de perdonar.
En su casa, hasta los pobres son reyes.
¿Qué tenéis, dulce Jesús?, le dice la Niña bella; ¿tan presto sentís mis ojos el dolor de mi pobreza? Yo no tengo otros palacios en que recibiros pueda, sino mis brazos y pechos, que os regalan y sustentan.
Hablé, lloré y entré por aquel lado, porque no tiene Dios puerta cerrada al corazón contrito y humillado.
Que es amor dulce materia para no sentir las horas que por los amantes vuelan.
Es perdonar al vencido el triunfo de la victoria.
Que más vale pobreza en paz, que en guerra mísera riqueza.