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¡Oh tristenovia mía, que nunca has existido sino en mis soñaciones amables y enfermas!.. A veces he pensado que ya has muerto de una enfermedad de ángeles, y que en mis camposantos, en los que, entre cipreses, vierte su amor la luna, te amortajé en la pura mortaja de mis cantos...
Lino Argüello