Imágenes
La patria es un dolor que nuestros ojos no aprenden a llorar.
Leopoldo Marechal
La guerra ya no es un arte: es una demolición.
El silencio es un buey que se arrodilla, fustigado de voces.
Era el pueblo de Mayo quien sufría, no ya el rigor de un odio forastero, sino la vergonzosa tiranía del olvido, la incuria y el dinero. El mismo pueblo que ganara un día su libertad al filo del acero tanteaba el porvenir, y en su agonía le hablaban sólo el Río y el Pampero.
La historia no es una ciencia; es el arte de mostrar una cara limpia y esconder un culo siniestro.
Todo está bien, ya soy un poco dios en esta soledad, con este orgullo que ha tendido a las horas una ballesta de palabra.
La patria es un dolor que aún no sabe su nombre.
Todo escritor, por el hecho de serlo, ya está comprometido: o comprometido en una religión, o comprometido en una ideología político-social, o comprometido en una traición a su pueblo, o comprometido en una indiferencia o sonambulismo individual, culpable o no culpable.
La patria es un peligro que florece.
Un sabor eterno se nos ha prometido, y el alma lo recuerda.
Cuando sueñas, la construcción del mundo es una risa de albañiles.
¿Saben ustedes que durante una tormenta el león da la cara al viento para que su pelambre no se desordene? Yo hago lo mismo: doy la cara a todos los problemas: es la mejor manera de permanecer peinado.
Lo esencial es romper el silencio, y el agua de los grandes mutismos.