Imágenes
Evito siempre mirarme al espejo; me hace daño pensar que tengo una cara que todo el mundo puede ver.
Leonid Andréiev
Tú ya sabes lo que es la vanidad: el deseo de elogios y aplausos, hasta de los locos.
El amor es la impotencia, la debilidad.
¡Qué lástima, hombre, que para el intercambio de ideas nos vemos obligados a recurrir a los servicios de un intercambio tan burdo e infiel como es la palabra!
El silencio de los valientes, ese es el verdadero espanto para sus enemigos.
Sólo un ser verdaderamente taimado, sólo el hombre es capaz de habitar el engaño de manera total.
Los azotes con que la historia castiga a los grandes bandidos no difieren gran cosa de los laureles con que corona a los héroes virtuosos; a una cierta distancia histórica, la diferencia se borra por completo.
El humor hace reír y llorar sin perder su indiferente, nihilista relación con el mundo.
Los egoístas no son capaces de amor ni de odio.
En pocas palabras, el resentimiento surge de una igualdad prometida y nunca alcanzada; y esto es algo que sólo se da entre humanos.
La ciencia es el misticismo de los hechos; la verdad es que nadie sabe nada.
La inteligencia es la forma en que los hombres lidian con su propia estupidez e impotencia; no hay más.
La modernidad, tomada como un tiempo sin dioses, es el lugar perfecto para cosechar el resentimiento.
La palabra elocuente sólo es necesaria a los espíritus pobres; los espíritus ricos son silenciosos.
La ironía de quien quiere engañar es que antes debe ser seducido por el propio engaño.