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No andes errante... Y busca tu camino.
León Felipe
El Hombre es lo que importa. El Hombre ahí, desnudo bajo la noche y frente al misterio, con su tragedia a cuestas, con su verdadera tragedia, con su única tragedia... La que surge, la que se alza cuando preguntamos, cuando gritamos en el viento. ¿Quién soy yo?
Y es inútil, inútil toda huida (ni por abajo ni por arriba). Se vuelve siempre. Siempre.
Empieza por contar las piedras luego contarás las estrellas.
¡Qué lástima que yo no tenga una casa! ¡Una casa solariega y blasonada, una casa en que guardara, a más de otras cosas raras, un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada y el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla!
Siempre habrá nieve altanera que vista el monte de armiño y agua humilde que trabaje en la presa del molino.
Ten una voz, mujer, que sea cordial como mi verso y clara como una estrella.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad. Pero me han dormido con todos los cuentos... Y sé todos los cuentos.
Tus ojos son las fuentes del llanto y de la luz.
Al fin todo se hundió... Y tu mirada se torció y se deshizo en un cielo turbio y revuelto... Y ya no vi más que mis lágrimas.
Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol...
Deshaced ese verso, Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma. Aventad las palabras, y si después queda algo todavía, eso será la poesía.
No se trata de ser el primero, sino de llegar con todos y a tiempo.
Quiero ganar mi verso, este verso; y quiero que vaya quedo, raudo y sereno como un dardo certero al corazón del pueblo de todos los pueblos... Al corazón del Universo.
¡Cuánto le costó a la muerte apagarte los ojos!
Poetas, nunca cantemos la vida de un mismo pueblo, ni la flor de un solo huerto. Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros.
Nuestro oficio no es nuestro destino.
Luz... Cuando mis lágrimas te alcancen la función de mis ojos ya no será llorar, sino ver.
No te asuste naufragar que el tesoro que buscamos, capitán, no está en el seno del puerto sino en el fondo del mar.
Nadie fue ayer ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy.
Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo.
¿Qué importa que la estrella esté remota y deshecha la rosa? Aún tendremos el brillo y el aroma.
Poesía... Tristeza honda y ambición del alma ¡cuándo te darás a todos... A todos, al príncipe y al paria, a todos... ¡Sin ritmo y sin palabra!
Ni el infierno... Ni el fuego y el dolor son eternos.
Todos somos capitanes y la diferencia está sólo en el barco en que vamos sobre las aguas del mar.
En un mundo injusto el que clama por la justicia es tomado por loco.