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No quiero riquezas si no he de saber usarlas en amparar infelices... ¡Oh, maldito el que las haga estériles, y perece sobre el tesoro que guarda!
Leandro Fernández de Moratín
El decir la verdad francamente es la prenda más digna de un hombre de bien.
La vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros.
Lo que para nosotros es esencial de la hominización: un proceso de complejificación multidimensional, en función de un principio de autoorganización o autoproducción.
Absurdo sería pedir al cálculo lo que puede dar la abnegación.
Las mujeres son lo que se quiere que sean.
A la sombra del mérito se ve crecer la envidia.
Con los hombres y las mujeres sucede lo mismo que con los melones de elección quéjese de su mala suerte, pero no desacredite la mercancía.
El que socorre la pobreza, evitando a un infeliz la desesperación y los delitos, cumple con su obligación; no hace más.
Hará el interés lo que la virtud no alcanza.
¡Querer y ser querida! Ni quiero más ni aspiro a mayor fortuna.
Ved aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación. Las juzgan honestas luego que las ven instruidas en el arte de callar y mentir.
Lo que prueba el silogismo, falsifica la experiencia.
A mí nada me coge de nuevo. Si es un bien, le sé gozar; si es un mal, busco el remedio; y si no le tiene, sé sufrir, y sufro en silencio.