Imágenes
La naturaleza se hace paisaje cuando el hombre la enmarca.
Le Corbusier
Como consumidor de pintura creo que su gran rol es justamente aportar el espacio que puede ser inefable.
La arquitectura debe de ser la expresión de nuestro tiempo y no un plagio de las culturas pasadas.
La arquitectura es el punto de partida del que quiera llevar a la humanidad hacia un porvenir mejor.
Solo vale la pena aprender lo que no se puede explicar.
Arquitectura es cosa de arte, un fenómeno de emociones, que queda fuera y más allá de las cuestiones constructivas. El propósito de la construcción es mantener las cosas juntas y el de la arquitectura es deleitarnos.
La vida moderna exige, y está a la espera de un nuevo tipo de plan, tanto para la casa como para la ciudad.
La arquitectura es el magistral, correcto y magnífico juego de masas reunidos en la luz. Nuestros ojos están hechos para ver las formas en la luz, la luz y la sombra revelan estas formas, cubos, conos, esferas, cilindros o pirámides son las grandes formas primarias que la luz revela.
Espacio, luz y orden. Esas son las cosas que los hombres necesitan tanto como el pan o el lugar para dormir.
Trabajé por lo que más necesitan los hombres hoy: el silencio y la paz.
No tengo diploma y por eso nunca tuve que olvidar lo que estudié. Esa es la pura verdad.
Hago ciudades, casas, barracas, etc. De todo, hasta cositas y la suma de las cositas modestas, permite hacer algo al final.
La veracidad de los materiales de construcción: hormigón, ladrillos y piedra, se mantendrán en todos los edificios construidos o que se construirán.
La geometría solucionará los problemas de la Arquitectura.
Siempre me interesó lo creativo, sobre todo, lo que se aplica al hombre y a su medio. Con la pintura pude desarrollar todo eso. Es un medio apasionante y peligroso.
La arquitectura esta reprimida por la costumbre, los estilos son una mentira.
Parece un poco extravagante haber trabajado tanto. Trabajar no es un castigo. Trabajar es respirar.
Pero pude manejar piedras, ladrillos, y me interesé en los materiales, en su valor específico, en que construir es emplear materiales, respetar las leyes de la resistencia, inventar medios para vencer la resistencia. Y entonces me hice arquitecto, como se debe, para con Dios quizás, no oficialmente.
Este fue el único gesto político de mi vida: la mano abierta. Es anticomunista, me dijeron. En absoluto, es mano abierta para recibir y dar, es signo de optimismo ante el mundo moderno, catastrófico.
Lo que me dominó es el animal humano, el núcleo familiar, la familia, el hogar. Es darle al ser humano su cáscara.
La arquitectura se desarrolla en el tiempo y en el espacio.
Una casa es una máquina para vivir. La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad.
Todo el pensamiento humano actúa sobre estándares, busca situarse en relación con temas esenciales, escogidos, ultimados y afinados cada vez más, en lugar de divagar en la cacofonía. El estándar lleva a la perfección, lleva a reconocer elementos permanentes en las cosas. Esa búsqueda nos lleva hacia el hombre, hacia la presencia humana.
Mi arquitectura es como un organismo vivo, es biológica.
Un hombre nunca debe descuidar a su familia por cuidar sus negocios.
La música se desarrolla en el tiempo, la arquitectura también.
Un pueblo bien loteado y construido en serie, daría como resultado una impresión de calma, de orden, de limpieza, impondría fatalmente la disciplina a los habitantes.
Hay a nuestro alrededor emociones muy bellas y en el arte, donde están las más intensas, no acepto la mediocridad. Hay arte, no arte decorativo. El arte es algo riguroso, el arte decorativo no lo es, es superficial, alborotador.
No se ve de una vez, se mira recorriendo, dándose vuelta. Tenemos los ojos delante y no detrás, y más o menos a 1,60 metros de altura. Eso es muy importante, es la clave en arquitectura. Hay que tener todo eso en cuenta en la concepción de la arquitectura.
Mi pecado capital es estar sometido a las cosas visuales. Tengo ojos y todo lo visual, el dibujo, la pintura, la escultura, la arquitectura, para mí es igual. Es sinfónica. La arquitectura exige ciertas cualidades del pensamiento del cerebro, o sea la concepción. Las otras cosa también, pero con posibilidades manuales.
Prefiero dibujar a hablar. Dibujar es más rápido, y deja menos espacio para la mentira.
La arquitectura es cuestión de armonías, una pura creación del espíritu. Empleando piedra, madera, hormigón, se construyen casas, palacios; eso es construcción: el ingeniero trabajando; pero en un instante, tocas mi corazón, me haces bien, me siento feliz y digo: esto es hermoso, esto es arquitectura, el arte entra en mí.
Admiro la perfección desde que vi el Partenón. Y, en nuestra civilización, esa perfección la aporta automáticamente la máquina, que no es un espanto ni algo horrible, sino un útil extraordinario de perfección.
Quizás sorprenda, pero diré que nunca pretendí ser más astuto que los demás. Sí pensé por mi cuenta siempre e intenté explicitarme a mí mismo y a mis ideas en la práctica. El principio es que tengo una mente organizada. Soy un autodidacta, pero soy muy curioso, todo me interesa.
Es como para creer que al buen dios, que creó el mundo, no le gusta que los hombrecillos tengan por su parte (aunque a su reducida escala) una pasión parecida.
La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz.
¡La arquitectura es el juego de formas más genial, correcto y magnífico que existe!
... ma vie, mes joies, mes pleures...
Los tres consejos a los arquitectos, el plano, el volumen, la superficie, provocaron enojo en la profesión, me juzgaron grosero, pero yo recordaba algo fundamental.
Funcionalismo, palabra ingrata, nacida bajo otros cielos que los que siempre hemos amado recorrer, allí donde el sol es señor.