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Pensar en la victoria de una revolución sin líder, es pensar en una flor sin sol.
Kim Jong-il
Para la revolución el líder es el cerebro, el partido su estado mayor y las masas populares sus artífices.
El Líder, el Partido y las masas forman una comunidad en que comparten el destino, la vida y el riesgo de la muerte.
Las masas que no son dirigidas por un líder inteligente son iguales a un cuerpo sin cerebro.
Un gran político, un gran comandante, ha de ser primero un hombre genuino.
Si su líder es un gran hombre, también un país pequeño puede resplandecer ante el mundo como patria de la gran ideología de la época, como potencia en la ideología y la política.
Para el trabajo con el hombre no hay receta universal.
La garantía de la invencibilidad del partido está en arraigarse profundamente entre las masas populares y confundirse con ellas en un solo cuerpo.
La grandeza de una nación depende de la grandeza de su líder, y el porvenir de un pueblo se decide por la clarividencia de su líder.
Cuando hay un gran líder, un gran partido y una genuina patria, brilla la nación, lo mismo que el destino y honor de cada uno de sus integrantes.
El pueblo que no tiene un líder destacado no difiere de un huérfano.