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En este país, cuando algo no funciona, todos se inclinan por la solución más rápida.
Ken Kesey
La Gran Enfermera tiene tendencia a alterarse mucho cuando algo impide que su equipo funcione como una máquina bien aceitada, exacta, de precisión. Cualquier objeto desordenado o fuera de lugar o en medio del paso la convierte en un blanco hatillo de sardónica furia.
Es preciso reírse de las cosas para mantener el equilibrio.
Afligirse por lo que no se tiene es desperdiciar lo que sí se tiene.
Nuestra querida enfermera jefe es de las pocas con la fuerza de espíritu suficiente para defender tan grande y antigua tradición faulkneriana en el campo del tratamiento de los desechos de la cordura: la Cauterización del Cerebro.
Al igual que el que vive cerca de una cascada acaba por no oír el sonido del agua. ¿Cree que si viviera cerca de una casca da la oiría durante mucho tiempo?
Una vez logré esconder una de esas mismas cápsulas rojas bajo la lengua, hice ver que me la tragaba y después la abrí en el armario de las escobas. Por un instante, antes de que todo se convirtiera en polvillo blanco, logré ver que contenía un elemento electrónico en miniatura.
A veces lo único que se propone un manipulador es simplemente desorganizar la galería por el puro gusto de hacerlo. Existen personas así en nuestra sociedad.
¿Quién cree ser el más loco de todos? ¿Quién es el peor lunático? ¿Quién organiza estas partidas de cartas? Es mi primer día aquí y me gustaría producirle una buena impresión al jefe, si es capaz de demostrarme que él es quien manda aquí. ¿Quién es el gran lunático de esta sala?
Las estrellas próximas a la luna tenían un brillo pálido; éste se hacía más intenso cuanto más apartadas se hallaban del círculo de luz donde enseñoreaba la gigantesca luna.
Nadie se queja de la niebla. Ahora ya sé por qué: aunque resulte molesta, permite hundirse en ella y sentirse seguro.
Tiene unas manos tan largas y blancas y finas que me dan la impresión de haberse modelado la una a la otra con jabón, y a veces se desprenden y revolotean frente a él como dos blancos pájaros hasta que se da cuenta y las aprisiona entre sus rodillas; le molesta poseer unas manos bonitas.
Me hundí en el asiento, con una sensación de plenitud y satisfacción, mientras bebía la cerveza a pequeños sorbos; oía cómo me bajaba la cerveza por el cuerpo: sssst-sssst. Había olvidado que podían existir sonidos y sabores agradables como el sonido y el sabor de una cerveza al tragarla.
Jamás se me había ocurrido que la enfermedad mental podía tener una faceta de poder.
Si no estamos alerta la gente nos obliga de un modo u otro a hacer lo que ellos creen que deberíamos hacer, o bien a ponernos tercos y hacer exactamente lo contrario, por puro despecho.
Tenía los hombros, los senos y las caderas demasiado anchos y su sonrisa era demasiado franca y abierta para poder considerarla hermosa, pero era bonita, se la veía sana y llevaba colgada de un largo dedo el asa de una garrafa de vino tinto que balanceaba como si fuese un bolso.