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El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco.
Juvenal
La venganza es siempre un placer de los espíritus estrechos, enfermos y encogidos.
Las bromas son como la sal: se deben usar con gran precaución.
El primer castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca.
Nadie se hace malvado de repente.
La honestidad es alabada y se queda fría.
Todos quieren poseer conocimientos; pero pocos están dispuestos a pagar su precio.
Mientras bebemos y nos coronamos de rosas, y demandamos perfumes y mujeres, la vejez se desliza sin ser notada.
El primer castigo del culpable es que no podrá jamás ser absuelto por el tribunal de su conciencia.
La censura da su venia a los cuervos y atormenta a las palomas.
Los demás hombres son dueños de su fortuna; el avaro es esclavo de la suya.