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Me quedó grabada una conciencia en algún lugar de mi cerebro; le aseguro que me hubiera gustado poder prescindir de ella porque es la peor compañera que pueda tener un hombre.
Julia Navarro
El padre es el techo, la madre el suelo, y cuando ambos desaparecen uno siente que también ha iniciado la cuenta atrás y que ya no tiene sujeción alguna, quedando suspendido en el aire.
Ése era Pierre, un hombre que resultaba irresistible a las mujeres porque era galante y, sobre todo, porque las escuchaba, toda una rareza en una época en la que los hombres, incluso los revolucionarios, no se andaban con las sutilezas de hoy en día. Pero Pierre había hecho un arte del saber escuchar.
Mi prima Amelia siempre fue una chica inteligente, inquieta, sólo que se equivocó de siglo; si hubiera nacido hoy, se habría convertido en una mujer notable, habría podido desarrollar todo su talento, pero en aquella época.
En realidad la gente está muy necesitada de hacerse oír, y si uno tiene la paciencia y la humildad de escuchar sin interrumpir puede enterarse de las cosas más insólitas.
En la vida hay que aprender a ser discreto.
¿Cree posible conciliar fe y razón? -preguntó Lorenzo Panetta sin ocultar su interés y escepticismo. - Le aseguro que ése es el camino, el mejor camino para llegar a Dios.
Lo que importa es lo que somos capaces de llegar a ser como personas, no dónde hemos nacido. Nacer en un lugar puede determinar el mundo de las emociones íntimas, los sabores, olores, la música, el paisaje... pero ni quiero ni permito que nada de esto me determine como persona.
Lo que ha pasado es que los fascistas han ganado la guerra, pero eso no les da la razón. - Ni a nosotros tampoco. No, ya no soy comunista y no creo que tú todavía lo sigas siendo.
La prudencia termina convirtiéndose en colaboración.
No hay deudas entre las personas que se quieren.
Es mejor perseguir un sueño que rendirse a no tenerlos. Prefiero perseguir utopías.
Hay un momento en la vida en que debemos buscar dentro de nosotros para decidir.
Si dominan tu conciencia te dominan a ti porque dejas de ser libre.
Los hombres, como el resto de los animales, huelen la debilidad en los otros y aprovechan para atacar.
Llegará el día en que tú solo separes el grano de la paja, pero hasta entonces no desprecies ningún conocimiento.
Nadie nos va a regalar nada, seremos lo que seamos capaces de hacer por nosotras mismas.
Porque cuando Jesús posaba sus ojos se podía sentir que esa mirada trascendía lo humano, sabías que leía dentro de ti, que no se le escapaban ni los más recónditos pensamientos.
Respeto a los hombres no por las batallas que hayan podido ganar sino por las causas que defienden.
No se preocupe, tampoco soy fascista. Me gusta demasiado la libertad para que dirijan mi vida.
Cuando vives en un régimen de terror lo único a lo que aspiras es a ganar un día más a la vida, y bajas la cabeza; no ves, ni oyes, casi ni sientes, temiendo que se fijen en ti. El terror anula a los seres humanos, y para poder sobrevivir saca los peores instintos.
Siempre sirvió al mismo Dios, puesto que sólo hay uno, se le llame como se le llame, se le rece como se le rece, se le perciba como se le perciba. Y nunca renegó de la cruz aunque le asqueaba lo que se hacía en su nombre. ¿A usted no le habría sucedido lo mismo?
A veces el mal está en los ojos del que mira y no en lo que ve.
Creo en los individuos por encima de cualquier otra cosa.
Soy un demócrata que cree en la gente, en su iniciativa y en su capacidad para salir adelante sin tutelas políticas ni religiosas.
Cuando lleguemos a ese río ya hablaremos de ese puente.
Hablar es importante, es lo que nunca deberíamos dejar de hacer. Si árabes y judíos nos esforzamos en escucharnos, en ponernos en la piel de los demás, las cosas serían más fáciles.
La realidad será lo que seamos capaces de construir.
Fátima se levantó con rapidez y con un niño en cada mano salió deprisa de la sala temiendo que su marido cambiara de opinión y pudiera descargar su furia en su espalda. No sería el primer hombre que libraba su frustración atormentando a su esposa o a sus hijos.
La inteligencia era un don que Él otorgaba a algunos hombres para hacer más fácil la existencia de los otros, y para combatir a quienes, siendo igualmente inteligentes, se dejaban inspirar por el Mal.
Nunca fui una revolucionaria -aseguró la tía Irina-, pero Giorgi sí lo era y, bueno, llegué a creer que tenía razón, que el pueblo viviría mejor, que construirían una sociedad con más libertades, pero ahora hay más miedo que en tiempos del zar.