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A la sombra de un hombre célebre existe siempre una mujer que sufre.
Jules Renard
Es necesario que el hombre libre se tome a veces la libertad de ser esclavo.
Hay momentos en los que todo va bien: no te asustes, no duran.
A menos que haya complicaciones, está a punto de morir.
Es más difícil ser un hombre honrado ocho días que un héroe un cuarto de hora.
Cuando un hombre habla de lo que sabe, siempre parece más sabio que nosotros.
En los propios enemigos es donde se encuentra aún mayor bajeza.
La felicidad del vencedor consiste en buscarla.
Cuando se es feliz, queda mucho por hacer: consolar a los demás.
No hay amigos, solo hay momentos de amistad.
Los autores no sólo no consienten otra cosa que los elogios, sino que encima exigen que no se les diga más que la verdad. ¿Cómo nos las arreglaremos?
Sitúanse las alabanzas, lo mismo que el dinero, en parte donde nos pueden ser devueltas con sus intereses.
Yo nunca estoy aburrido en ninguna parte; estar aburrido es un insulto a uno mismo.
Desconozco si Dios existe, pero sería mejor para su reputación que no existiera.
La ausencia de los seres queridos nos acostrumbra a su muerte. Nos hace ver lo rápido que nos consolaríamos.
Entre un hombre y una mujer, la amistad no puede ser otra cosa que una pasarela para llegar al amor.
El proyecto es el borrador del futuro. A veces, el futuro necesita cientos de borradores.
La pereza no es más que el hábito de descansar antes de estar cansado.
Nos consolamos de nuestras incapacidades afirmando que somos capaces de todo cuando nos lo proponemos.
Me vuelvo un poco más modesto, pero también más orgulloso de mi modestia.
Si viviera otra vez, quisiera que la vida fuera como ha sido hasta hoy, sólo que abriría un poco más los ojos.
El sueño es el lujo del pensamiento.
Es una cuestión de limpieza; hay que cambiar de opinión como de camisa.
Si de una discusión pudiese salir la menor verdad, se discutiría menos.
Un hombre de mucho carácter no tiene buen carácter.
Nuestra verdadera opinión es la media entre lo que decimos al autor y lo que contamos a sus amigos.
Entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor.
La felicidad está en quien la busca.
Yo no suelo escribir para mi hermanita.
La vejez existe cuando se empieza a decir: nunca me he sentido tan joven.
Un viaje de uno o dos años al Polo hace famoso a un hombre. Para que un simple artista se cree un nombre son precisos veinte años.
La punta de la rama acompaña un instante al pájaro que se va.
Me divierten las gentes que quieren seguir unas reglas, porque en la vida no hay más que lo excepcional.
El peligro del éxito es que nos hace olvidar la terrible injusticia del mundo.
El otro mundo sería bien hermoso sólo con que fuese como éste.. nada más que un poco rectificado.
Si la castidad no es una virtud, es sin embargo ciertamente una fuerza.
La recompensa de los grandes hombres es que, mucho tiempo después de su muerte no se tiene la entera seguridad de que hayan muerto.
El divorcio, sería una cosa inútil si el día del casamiento, en vez de colocar el anillo en el dedo de la mujer, se lo colocáramos en la nariz.
Los hombres nacen iguales. Al día siguiente, no lo son.
Un amigo es aquel que adivina siempre cuándo se tiene necesidad de él.