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Pasados los 40, tras dejar de fumar, se ponen a correr como si apretando el paso se pudiera vencer al trote al mismo tiempo.
Juanjo Braulio
La vida es un torbellino de circunstancias, una senda tan llena de encrucijadas que cualquier decisión tiene consecuencias inesperadas.
Pasados los 40, ver a un chico o chica en la veintena es un recordatorio de que ya has vivido más de lo que vas a vivir.
La gente está mucho más interesada en lo que hacen, dicen o rebuznan los niñatos que dan patadas que en los desmanes de los políticos, las trapacerías de los banqueros o los horrores de los terroristas.
Cualquier emigrante se engaña a sí mismo en las cosas más tontas y, fruto de ello, tiende a considerar lo que ha dejado atrás como superior en todos los aspectos sólo porque es suyo.
Lo más fascinante de un viaje no sólo es descubrir otra cultura, sino experimentar el extraño proceso de conocer mejor la propia a través de la comparación.
La verdadera alma de una cultura, de una nación, se descubre de verdad con cuchillo y tenedor.
Uno de los efectos indeseables e irritantes de la globalización ha sido la homogeneización de todo. Uno puede comer el mismo Big Mac en Buenos Aires y en Tokio y la pizza es ya tan española como italiana, sueca o canadiense.
El futuro es un mero consuelo para cretinos, una esperanza de que la mierda que nos tragamos hoy habrá desaparecido mañana sin tener en cuenta de que la mierda, junto a la estupidez, es el único recurso renovable e inagotable.
Todos los escritores son, en realidad, unos saqueadores de realidades que las utilizan para crear otras nuevas.