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La injuria que no ha de ser bien vengada ha de ser bien disimulada.
Juan Valera
Un campo es el corazón, un campo que tiene flores, que se engalana con ellas porque son sus ilusiones, con cuyo perfume alienta, cuyo perfume es su goce, cuyo perfume embalsama del corazón las regiones.
Dulce es el tierno canto del ruiseñor amante, que en la tranquila noche resuena sin cesar.
El bien debe estar siempre a la moda.
Lo cierto es que la creencia de esto que llaman ahora cursi está en el exagerado temor de parecerlo.
Es muy cómodo amar de este modo suave, sin atormentarse con el amor; no tener pasión que combatir; hacer del amor y del afecto a los demás un aditamento y como un complemento del amor propio.
Si amo la hermosura de las cosas terrenales tales como ellas son, y si la amo con exceso, es idolatría; debo amarla como signo, como representación de una hermosura oculta y divina, que vale mil veces más, que es incomparablemente superior en todo.
Mi padre dice que no son los hombres, sino las mujeres, las que toman la iniciativa, y que la toman sin responsabilidad y pudiendo negar y volverse atrás cuando quieren.
Por desgracia, una cosa es sentir y otra expresar bien lo sentido.
Dulce me eres, linda morena, como me es dulce de primavera naciente aurora.
Sólo tu labio, tu mano bella mi fuego ardiente calmar pudieran.
El universo con todas sus pompas y con toda su hermosura es un caos para el hombre sin fe.
El universo visible, es decir, la realización o encarnación del pensamiento divino es la causa ocasional de la ciencia.
Mi escepticismo es verdadero, esto es, que no niega, aunque no afirme tampoco.
Cuando acude la buena dicha, acude para todo, y lo mismo cuando la desdicha acude.
Por muy útiles y habilidosos que los hombres sean y por muy aptos para todo, no se me negará que rara vez llegan a ser de todo punto necesarios.