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¿Cuántos años tiene el papa?... Soy un joven de 83 años.
Juan Pablo II
México siempre fiel.
Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad.
El verdadero éxito de la globalización se determinará en la medida en que la misma permita disfrutar a cada persona de los bienes básicos de alimento y vivienda, educación y empleo, paz y progreso social, desarrollo económico y justicia.
¡No tengáis miedo! ¡Abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo!
Es necesario que la juventud sea un "crecimiento", para lo que es de enorme importancia el contacto con el mundo visible, con la naturaleza.
Debemos perdonar siempre, recordando que nosotros mismos hemos necesitado el perdón. Tenemos necesidad de ser perdonados mucho más a menudo que de perdonar.
La libertad de buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación humana, no sólo en relación con los hechos y la información, sino también y especialmente sobre la naturaleza y destino de la persona humana, respecto a la sociedad y el bien común, respecto a nuestra relación con Dios.
Internet puede ofrecer magníficas oportunidades para la evangelización si se usa con competencia y con una clara conciencia de sus fuerzas y sus debilidades.
Amemos al hombre, a cada hombre, mujer y a cada niño, porque son parte de la humanidad que amamos.
Queridos jóvenes, ya lo sabéis: El cristianismo no es una opinión y no consiste en palabras vanas. ¡El cristianismo es Cristo! ¡Es una Persona, es el Viviente! Encontrar a Jesús, amarlo y hacerlo amar: He aquí la vocación cristiana.
No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón.
De la celebración dominical surgen los motivos de alegría y esperanza, que dan nuevo sabor a la vida de cada día y constituyen un antídoto vital contra la posible tentación del aburrimiento, la falta de sentido y la desesperación.
La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos realmente responsables de todos.
Declaro que la Iglesia no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que mi dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
La guerra es siempre una derrota de la humanidad.
La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas.
Pido perdón por las injusticias infligidas a los no católicos en el curso de la atormentada historia de estas gentes; y al mismo tiempo aseguro el perdón de la iglesia católica por el daño que han sufrido sus hijos.
Ojalá el milenio que ahora inicia sea una época en la que finalmente la llamada de tantos hombres, hermanos nuestros, que no poseen lo mínimo para vivir, encuentre escucha y acogida fraterna. Espero que los cristianos se hagan promotores de iniciativas concretas que aseguren una equitativa distribución de los bienes y la promoción humana integral para cada individuo.
Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del orgulloso.
Amar es lo contrario de utilizar.
La ciencia junto con la técnica ha descubierto de modo inigualable las posibilidades del hombre con respecto a la materia, y ha conseguido también dominar el mundo interior de su pensamiento, de sus capacidades, tendencias y pasiones.
La fe, además de conocerla, hay que vivirla.
Las cuestiones controvertidas nunca deben resolverse con el recurso de las armas.
De todas las cosas sin importancia, el fútbol es, de largo, la más importante.
Algunos teólogos contemporáneos de Galileo no supieron interpretar el significado profundo, no literal, de las Escrituras, cuando éstas describen la estructura física del universo creado.
El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio.
El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad.
La Iglesia es el corazón de la humanidad.
No habrá paz en la tierra mientras perduren las opresiones de los pueblos, las injusticias y los desequilibrios económicos que todavía existen.
Lo mismo en la época de las lanzas y las espadas que en la era de los cohetes nucleares, la primera víctima es el corazón del hombre.
La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón.
Los pobres no pueden esperar.
La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad.
La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón.
El matrimonio es la comunión de vida. Es la casa. Es el trabajo. Es el cuidado de los hijos. Es también alegría y esparcimiento comunes.
El futuro depende, en gran parte, de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz.
¡La Iglesia de hoy no necesita "cristianos a tiempo parcial", sino cristianos de una pieza!
Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz.
El verdadero conocimiento y la auténtica libertad se hallan en Jesús. Dejad que Jesús forme parte siempre de vuestra hambre de verdad y justicia, y de vuestro compromiso por el bienestar de vuestros semejantes.