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Libertad y anarquía son cosas muy diferentes.
Juan Montalvo
No solamente hemos de aceptar la libertad, pero la hemos de exigir, la hemos de obtener, la hemos de ganar a costa de la vida. Ella es el alma de los pueblos.
Tanto más libre un pueblo cuanto más ilustrado.
Nací libre, por eso lo soy; nací libre, por eso no gimo bajo el yugo de la servidumbre, y mi alma se encumbra por las regiones altas, al paso que mi cuerpo se contonea sin temor de cadenas ni mordaza.
Las obras donde entran Dios y la religión serán siempre superiores a las que versan puramente sobre cosas humanas.
La vida es la guerra: peleando vivimos, peleando moriremos, y si fuera por nosotros, la tumba sería un campo de batalla.
La soberbia es el abismo donde suele desaparecer hasta el mérito verdadero.
La verdad es fuerte por sí misma; encendida con el fuego del patriotismo, arde sobre los culpables y consume a los enemigos de la libertad y las virtudes.
Pueblo, si los que te gobiernan dejan de ser gobernantes, y se convierten en verdugos, y te chupan la sangre, y te ofenden y mancillan; la revolución es un derecho de los tuyos, ejércelo.
De la sangre ha salido muchas veces la hermosa libertad risueña y fulgurante.
¿Cuál es la situación política del Ecuador respecto a las naciones extranjeras? ¿No ha sido invadido, humillado, traicionado? Sólo enemigos ha encontrado en los que, debiendo defenderlo, no han hecho sino coadyuvar a los designios de ambiciosos extranjeros.
Quien bien quiere bien obedece.
Si la suerte nos fuere adversa, nos quedará a lo menos el consuelo de haber hecho nuestro deber. Si nos fuere favorable, quitaremos de sobre nosotros este peso, esta carga insufrible de la ofensa, al mismo tiempo que nos restituiremos en medio de la libertad, y de la paz, precursores necesarios de la civilización, sin las cuales en vano la, pretenderíamos.
No soy enemigo de individuos ni de clases sociales, donde está la corrupción, allí está mi enemigo; donde está el reinado de las tinieblas, allá me tiro sin miedo.
Si es necesario morir porque digo la verdad aquí estoy: las amenazas no bastan, deben verificarse; ¿acaso es amable la vida cuando se la vive tan odiosa?
Los soldados que nos han dominado hasta ahora, pudieron prescindir de toda filosofía; mas los hombres que no son ni pequeñuelos ni ignorantes ¿por qué no habríamos de adoptarla?
No se necesita demostrar que si los buenos dejan el campo, serán los malos quienes los señoreen victoriosos.
El que no cumple sus deberes es pueblo corrompido; el que no conoce sus derechos, es esclavo; y el que no conoce sus derechos ni practica sus deberes bárbaro.
Economía no es avaricia, antes bien, es virtud el guardar para los tiempos calamitosos, aun cuando no sea sino en consideración a las herederos.
La libertad primero que la literatura.
Siempre deja la ventura una puerta abierta en las desdichas para dar remedio a ellas.
Para la codicia nada es sagrado. Si el Ave Fénix cayerá en sus manos, se la comería o la vendería.
Libertad es el supremo civilizador de los hombres.
Si no preparamos y llevamos a cima una espléndida reparación, no tenemos el derecho, ¡no, señor!, de dar el nombre de país civilizado a esos desgraciados pueblos. Los otros nos rehusarán, y justamente, sus consideraciones, y todos se creerán autorizados para atentar contra nuestro territorio.
Somos libres porque lo somos, no porque un individuo consiente en que lo seamos mientras a él le agrade.
Hagamos revoluciones, pero hagámoslas dignas de la libertad y la moral.
Mas al espíritu grandioso suele calmarle la victoria; y la moderación es un goce para él y yo entiendo además que el que lo quiere y lo procura puede mejorar de día en día.
Serpiente es la soberbia, serpiente es la avaricia, serpiente la lujuria, la ira, y la gula, serpiente la envidia; la pereza no es serpiente porque no pica, es un animal inmundo que duerrne en su fango su sueño perpetuo.
Hagamos una guerra de virtudes si es posible, procurando cada cual superar al enemigo en honradez, buena fe, magnanimidad.
Mi causa es la moral, la sociedad humana, la civilización; y ellas estaban a riesgo de perderse en esta sangrienta y malhadada lucha.
Los escollos son frecuentes, las espinas de la senda muy punzantes.
La vejez, es una isla rodeada de muerte.
Pueblo en donde la libertad es efecto de las leyes y las leyes son sagradas, por fuerza es un pueblo libre.
El azote pasó. Los grandes criminales deben ser condenados inexorablemente; los secuaces y ciegos instrumentos, generosamente perdonados.
Bondad, blandura, fino, dones son de ingenios doctos y de bien formas corazones.
No hay muerte más gloriosa que la del campo de batalla, cuando se combate, por la honra de la patria. Si triunfa, merecerá el perdón de los buenos ecuatorianos; y su gloria no tendrá ya un insuperable obstáculo.
No hay nada más duro que la suavidad de la indiferencia.
El acierto está en la moderación; y fuera de ella no hay felicidad de ninguna clase. ¡Cuánto más mérito hay en dominarse a sí mismo que en dominar a los demás! El que triunfa de sus pasiones, ha triunfado de sus enemigos. Virtudes ha menester el que gobierna, ni cólera de fuerza.