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Yerran grandemente, lo digo con dolor, los que tienen una fe profunda en la paz; yo temo que la época de transición va a pasar, y que tocamos ya la época de los desenlaces.
Juan Donoso Cortés
Las alianzas no son un fin; las alianzas son un medio de conseguir el fin que se apetece; el fin consiste en los intereses permanentes de la nación; las alianzas deben proporcionar este fin.
La compasión es una limosna que el sano debe al enfermo.
Nunca es posible calcular lo que puede esperarse de hombres que no obran por principios fijos, sino conforme a intereses que cambian a cada momento.
Si hay un hecho evidente, como consignado en todas las tradiciones populares y no desmentido nunca por la Historia, es el hecho de que la civilización no nace, sino que se importa en las sociedades humanas.
Un soldado es un esclavo con uniforme.
Se trata de escoger entre la dictadura que viene de abajo, y la dictadura que viene de arriba: yo escojo la que viene de arriba, porque viene de regiones más limpias y serenas; se trata de escoger, por último, entre la dictadura del puñal y la dictadura del sable: yo escojo la dictadura del sable, porque es más noble.
Al compás mismo con que se disminuye la fe, se disminuyen las verdades en el mundo; y la sociedad que vuelve la espalda a Dios, ve ennegrecerse de súbito con aterradora oscuridad todos sus horizontes.
Si se me preguntara a mí cuál es el carácter especial que distingue al hombre de Estado de todos los demás, diría que era el instinto que discierne las cuestiones en que puede haber transacción, las cuestiones en que es posible ceder y las cuestiones que ni pueden ser transigidas, ni pueden ser abandonadas.
El pueblo inglés está más seguro de su derecho cuando entra en una ciudad a fuego y a sangre, que esa ciudad misma cuando se defiende. El pueblo inglés es el símbolo del egoísmo humano, puesto en adoración de sí propio, y elevado por medio del éxtasis a su última potencia.
Para el pueblo inglés hay dos grandes razas en el mundo; ni menos ni más: la raza humana y la raza inglesa: abyecta la primera, nobilísima la segunda.
Cuando el público es espectador, toda discusión degenera en polémica, y yo he creído siempre, y continúo creyendo, que toda polémica es esencialmente contraria a la caridad.
El libre albedrío dejado al hombre es un don tan alto, tan trascendental, que más bien parece por parte de Dios una abdicación que una gracia.
Si hay un hecho que proclame en alta voz el mundo y que consigne la Historia, es el hecho de la acción civilizadora de la guerra.
La épocarevolucionaria es siempre la época de los Ministerios nulos, nulos por fuerza, por fuerza juguete de las pasiones.
Dios se vale muchas veces de los débiles para abatir a los poderosos.
Toda mi doctrina está aquí: el triunfo natural del mal sobre el bien, y el triunfosobrenatural de Dios sobre el mal. Aquí está la condenación de todos los sistemas progresistas y perfecciones con que los modernosfilósofos, embaucadores de profesión, han intentado adormecer a los pueblos, esos niñosinmortales.
Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa.
De todas las potestades nacidas de la nueva organización de las sociedades, ninguna es tan colosal, exorbitante, como la potestad concedida a todos de poner su palabra en los oídos del pueblo.
En lo pasado está la historia del futuro.
El mundo está como en los confines de estas dos grandes cosas: sin estar en paz porque están inquietos los ánimos, y sin estar en guerra porque están los brazos quietos, está en un estado permanente de discordia y de disputa, la cual, sin ser la paz de los hombres, es la guerra propia de las mujeres.
Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos.
Es muy probable que los premios literarios hayan sido creados por algún demiurgo sarcástico para subrayar la carcajada con que el tiempo se venga de las certidumbres.
Nada sienta tan bien en la frente del vencedor como una corona de modestia.
Mi método para juzgar claramente las cosas es muy sencillo: elevo los ojos a Dios, y en él veo lo que busco en vano en los acontecimientos, considerados en sí mismos. Este método es infalible y está al alcance de todo el mundo.
Los Estados, para la diplomacia, no son los pueblos, sino los reyes que los dirigen o los esclavizan.
La República es la forma necesaria de gobierno en los pueblos que son ingobernables.