Imágenes
Una de las cosas más difíciles de la tarea de gobernar es encontrar a los hombres con capacidad para realizarla.
Juan Domingo Perón
Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar.
La familia debe ser la primera escuela en el ciclo educativo nacional. La escuela debe ser un hogar para la niñez y la juventud. Los padres deben ser maestros de sus hijos. Los maestros deben ser un poco padres de sus alumnos.
Las doctrinas no son eternas sino en sus grandes principios, pero es necesario ir adaptándolas a los tiempos, al progreso y a las necesidades. Y ello influye en la propia doctrina, porque una verdad que hoy nos parece incontrovertible, quizá dentro de pocos años resulte una cosa totalmente fuera de lugar, fuera de tiempo y fuera de circunstancias.
Todos los movimientos de acción colectiva, si necesitan de realizadores, necesitan también de predicadores. El realizador es un hombre que hace sin mirar al lado y sin mirar atrás. El predicador es el hombre que persuade para que todos hagamos, simultáneamente, lo que tenemos que hacer.
La acción social en materia de vivienda deberá asegurar a los habitantes la posesión de una vivienda adecuada, higiénica y económica. La vivienda en su condición de propiedad individual tiene una función social que cumplir, y por ello ha de ser considerada bien de familia, garantizando el Estado su condición de tal.
Le prometían todo y no le daban nada. Entonces yo empleé un sistema distinto. No prometer nada y darles todo. En vez de la mentira, decirles la verdad. En vez del engaño, ser leal y sincero y cumplir con todo el mundo.
La cultura nacional, conformada según la Doctrina Nacional, debe ser como la misma doctrina: simple, práctica, popular, cristiana y humanista.
Todo fenómeno humano ha de juzgarse en sus condiciones de lugar y tiempo. Lo que hoy es cierto, mañana puede ser total y absolutamente incierto; lo que es cierto aquí, puede ser total y absolutamente incierto allá.
Los niños, que constituyen la comunidad del porvenir, vale decir, la Patria del futuro, son los únicos privilegiados, sus derechos deben ser protegidos, consolidados y desarrollados por el Gobierno, el Estado y las Organizaciones del Pueblo.
El socialismo no es una fuerza malintencionada. Es una fuerza bienintencionada a la que los hombres han deformado y terminado de destruir.
El Gobierno debe ser libremente elegido por el Pueblo libre. El Pueblo es libre cuando es socialmente justo, económicamente libre y políticamente soberano.
El éxito no le sale al paso por suerte ni por casualidad. Esto se concibe, se prepara, se ejercita, y después recién se realiza. Es decir el éxito depende de toda esa acción, de toda esa preparación, y de toda esa organización, el éxito a nadie le sale al paso, no es obra de la casualidad, el éxito es obra de la previsión, de la organización y la realización.
No es fácil encontrar muchos hombres que sepan lo que quieren. Por eso lo primero que ha de surgir de una apreciación es: ¿Qué Quiero hacer? Ese es el objetivo. Esa es la finalidad para la cual uno trabaja. Se coloca el objetivo y entonces se extraen todas las conclusiones mirando el objetivo y cuáles son las que han de servir a ese objetivo.
El Gobierno es del Pueblo y para el Pueblo, cuando es realmente ejercido por el Pueblo. Esta condición sólo la realiza un Pueblo que posea conciencia social y personalidad social.
No es la observación objetiva solamente, sino también la intuición; también la apreciación subjetiva actúa en los métodos de acción política.
Táctica es la lucha directa, Estrategia es la conduccion de conjunto.
Esto lo sabe hasta el que asó la manteca!
La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social.
El peronismo tiene un partido político de hombres, tiene un partido político de mujeres y tiene una organización sindical, que también actúa en beneficio del peronismo, aun cuando muchos de sus integrantes no pertenecen a ningún sector político. Esta es la realidad.
No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie entiende.
No hay recetas para conducir pueblos, ni hay libros que aconsejen cuáles son los procedimientos, para conducirlos. Los pueblos se conducen vívidamente, y los movimientos políticos se manejan conforme al momento, al lugar y a la capacidad de quienes ponen la acción para manejarlos.
Los hombres que vengan al peronismo deben hacerlo con la voluntad decidida a poner todos los días algo de su parte, para ennoblecerlo y dignificarlo.
Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento.
La masa debe estar encuadrada por hombres que tengan la misma doctrina del conductor, que hablen en su mismo idioma, que sientan como él.
Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor.
La unidad nos da la fuerza, la solaridad la cohesión.
Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista.
La producción nacional ha de tender a logran ante todo la satisfacción del consumo popular, las necesidades industriales del país y los requerimientos del intercambio internacional.
Hay que unir lo teórico a lo Real, lo ideal a lo Empírico.
Para poder gobernar es menester no aferrarse siempre a la propia voluntad, no hacerles hacer siempre a los demás lo que uno quiere, sino permitir que cada uno pueda hacer también una parte de lo que desea.
La difusión, la información, la propaganda, son extraordinarias. Los medios son numerosos y permiten realizar el trabajo fácilmente. Pero es necesario ir dosificándolos para evitar la saturación; es necesario utilizarlos lentamente, de acuerdo con la necesidad.
El Gobierno y el Estado auspician preferentemente la creación y desarrollo de las empresas cuyo capital esté al servicio de la economía en función del bienestar social.
El que quiera conducir con éxito tiene que exponerse; el que quiere exitos mediocres, que no se exponga nunca; y si no quiere cometer ningún error, lo mejor es que nunca haga nada.
Quien me quiera seguir, que me siga y quien me quiera acompañar, que me acompañe.
El Justicialismo no es un hombre, es una doctrina.
Conducir no es como muchos creen mandar, conducir es distinto a mandar, mandar es obligar, conducir es presuadir, y al hombre siempre es mejor persuadirle que obligarle.
Nuestra doctrina se presta adecuadamente para la formación de hombres del Pueblo que piensan que su misión en la vida es luchar para el Pueblo, por el Pueblo... y en el Pueblo.
Para la conducción no sirve la memoria, no sirve la retentiva. Es útil solamente el criterio, criterio que debe estar basado, como todos los ejercicios del criterio, primero en una erudición suficiente.