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Hitler habla durante dos horas. Me siento abatido. ¿Qué Hitler es éste? ¿Un reaccionario? Fabulosamente torpe e inseguro. Ya no creo ciegamente en él. Esto es lo terrible: he perdido el apoyo interior. Sólo soy a medias.
Joseph Goebbels
Nosotros los alemanes estamos inmunizados contra la debilidad y el abatimiento; y así, las adversidades de la guerra sólo contribuirán a incrementar nuestra fuerza y resolución, y a darnos una actividad combativa que nos permita superar todas las dificultades y obstáculos con ímpetu revolucionario.
Individualizar al adversario en un único enemigo.
Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil.
-Tras la visita al gueto de Lodz- Estos ya no son hombres, son animales. Por eso, no se trata de una tarea humanitaria, sino quirúrgica. Hay que hacer incisiones aquí, y enteramente radicales.
El Führer quiere tratar nuevamente de consolidar los frentes. Espera algunas victorias de la guerra submarina, especialmente cuando entren en acción nuestros nuevos submarinos que todavía no han sido lanzados al ataque.
El Führer ha vuelto a expresar su determinación de eliminar sin piedad a los judíos de Europa. Debe desaparecer todo sentimentalismo remilgado. Los judíos son los que han provocado la catástrofe que se les avecina. Su destrucción irá unida a la destrucción de nuestros enemigos. Debemos acelerar este proceso sin piedad.
Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Empezando por Lublín, los judíos del Gobierno General están siendo evacuados hacia el Este. El procedimiento es un poco bárbaro y no es preciso describirlo detalladamente aquí. No quedarán muchos judíos. En conjunto puede decirse que el 60 por ciento tendrán que ser liquidados; quedan únicamente un 40 por ciento para utilizarlos en trabajos forzados.
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Es buena la propaganda que conduce al éxito.
Será mi ambición no tener descanso ni reposo hasta que el último judío haya salido de Berlín.
Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá.
Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad.
Éste es el requisito para que la guerra pueda tener un final satisfactorio: que la crisis en el campo enemigo estalle antes de que nosotros hayamos caído.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.
Gobernemos gracias al amor y no gracias a la bayoneta.
Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
No nos habría sido posible conquistar el poder o utilizarlo como lo hemos hecho sin la radio. La radio es el intermediario más influyente e importante entre un movimiento espiritual y la nación, entre la idea y el pueblo.
Finalmente hablamos del problema judío. En este punto el Führer se mostró tan decidido y resuelto como siempre. Los judíos tienen que desaparecer de Europa, aunque sea necesario emplear para ello los más brutales procedimientos.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
El movimiento nacional-socialista tiene un solo maestro: el marxismo.
Tampoco estamos dispuestos, como dice el proverbio, a elegir a nuestro propio carnicero. Estamos decididos a defender nuestras vidas con toda nuestras fuerzas, sin importarnos si el resto del mundo ve la necesidad de esta batalla o no. ¡La guerra total es, por lo tanto, la orden de la hora presente!
En general, el pueblo es más inteligente de lo que se piensa.