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Nada hay en la naturaleza tan mudable como la forma de un sombrero femenino.
Joseph Addison
No está en manos de nosotros los mortales mandar en el éxito; pero podemos hacer más, Sempronio: merecerlo.
¿No existe alguna maldición especial, algún ignoto rayo en las mansiones celestes, algún rayo rojo de descomunal furor, para abrasar al hombre que debe su engrandecimiento a la ruina de su patria?
Lo que me quede de vida, no quiero vivirlo en vano.
El vino trueca la indiferencia en amor, el amor en celos, y los celos en enajenación y locura.
Nada que se consiga sin pena y sin trabajo es verdaderamente valioso.
Una tragedia perfecta es la producción más noble que puede salir de la naturaleza humana.
Después de la virtud, es el conocimiento, real y esencialmente, lo que eleva a un hombre por encima de otro.
En un hombre eminente es loca pretensión pensar escapar a la censura, y debilidad es ser deprimido por ella.
Un hombre tiene que ser excesivamente estúpido y falto de caridad para creer que no existe la virtud sino de su lado.
Una mujer raramente pide consejo antes de haber comprado su vestido de boda.
Un temperamento agradable puede compensarnos de la falta de belleza; la belleza, empero, no basta a indemnizarnos de la falta de un temperamento agradable.
El saber, después de la virtud, es ciertamente lo que eleva a un hombre a mayor altura que otro.
Un buen libro es un regalo precioso que hace el autor a la humanidad.
La música es el mayor bien que los mortales conocen y todo lo que del cielo tenemos aquí abajo.
Ninguna cosa hay tan difícil como el arte de hacer agradable un buen consejo.
El hombre debe considerar siempre lo que tiene antes de lo que quiere; la infelicidad viene cuando la realidad no llega.
Nada es más grato al espíritu del hombre que el poder de la dominación.
Algunas virtudes sólo aparecen en medio de la aflicción, y otras sólo en la prosperidad.
El silencio nunca se manifiesta con tanta superioridad como cuando se emplea como réplica a la calumnia y a la difamación.
Los hombres a quienes las circunstancias permiten escoger su camino en la vida, no merecen perdón si no eligieran aquel que su razón les presenta como el más laudable.
Cuando la libertad se aleja, la vida tórnase insípida y pierde su sabor.
La mujer que delibera está perdida.
Mira en qué paz puede morir un cristiano.
Yo vivo en el mundo más bien como un mero espectador de la humanidad que como uno más de la especie humana.
La alegría es, ante todo, fomento de la salud.
¡Lástima grande que no podamos morir por nuestra patria sino una vez!
La venganza prolonga y agrava las enemistades.
En verdad que el hombre no es más que una sombra, y la vida, un sueño.
La mujer pide raras veces consejo antes de comprarse su traje de boda.
Entre los muchos métodos de que se puede echar mano para conseguir esta virtud (el contento), mencionaré estos dos: lo primero, debe el hombre considerar cuántas más cosas posee de las que necesita; y segundo, en cuánto mayor infeliz estado podría encontrarse que el actual.
Nada es tan variado en la naturaleza como el cubrecabeza de una señora.
¿Qué importa que todos -los astros- en silencio solemne se muevan alrededor dela oscura esfera terrestre? ¿Qué importa que ni voz ni sonido verdadero entre sus orbes radiantes se encuentren? Para el oído de la Razón todos ellos exaltan y lanzan una voz gloriosa, cantando sin cesar, mientras centellean: la mano que nos hizo es divina.
Estas viudas, señor, son las más perversas criaturas del mundo.
No hay otra virtud más grande y divina que la justicia.
Un débil puede combatir, puede vencer; pero nunca puede perdonar.
El primer cuidado del hombre debería ser evitar los reproches de su propio corazón.
Tres cosas esenciales para ser feliz: tener algo que hacer, algo que amar y algo que esperar.
El hombre se distingue de todas las demás criaturas por la facultad de reír.
Mientras viva, dejadme que no sea en vano.