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Pensar que se va a comprender la conciencia humana al ver qué zonas del cerebro se activan, es como pensar que se va a comprender el trabajo de un Ministerio al ver en qué ventanas se enciende la luz.
José Ramón Ayllón
El dolor como megáfono de Dios es, sin la menor duda, un instrumento terrible. Puede conducir a una definitiva y contumaz rebelión. Pero también puede ser la única oportunidad del malvado para corregirse.
Los que ignoran los errores del pasado están condenados a repetirlos en algún momento.
En la conducta humana reina la libertad, hasta el punto de poder obrar sin ganas y en contra de las ganas.
Había descubierto una verdad fundamental: que el hombre es débil e imperfecto; pero no descubrió la otra verdad, aún más importante: que Dios puede salvar al hombre, arrancarlo de su condición de caído y sacarlo de las tinieblas más impenetrables.
Cristo nos resulta imprescindible por el simple hecho de estar embarcados en una existencia abocada a la muerte.
El hombre superior está centrado en la justicia, y el hombre vulgar en el beneficio.
Mis amigos lo son porque no me juzgan con tu severidad, sino con indulgencia.
Quien busca la fama, supone que su bien está en el reconocimiento ajeno; quien busca placeres, cree que el bien está en su propia sensación. Por el contrario, el inteligente sabe que su bien surge de su buena conducta.
Hay un orden en el universo, y en su vértice, más allá de este velo de bruma resplandeciente, la evidencia de Dios.
Chesterton, Marta y Ana Frank vienen a decirnos que casualidad es el nombre que damos a la Providencia cuando no hablamos con propiedad.
Si el perdón divino es fuente de alegría, no lo es menos la promesa de una inmortalidadfeliz.
Todo en la historia humana, salvo los clásicos, envejece.
Ingenuidad de quien piensa que el sexo es algo muy natural, y que todo lo natural es bueno sin más.
Aquí, todas las cosas quieren agradar y todo tiende de alguna manera a servir al hombre. Me sorprendió enormemente ver cómo el hombre ocupa el centro dentro del modo de vidaoccidental, esa forma de marcado antropocentrismo.
Pero ¿por qué la naturaleza produce orden? No se puede responder, si no se recuerda esto: el Universo parece haber sido regulado minuciosamente con el fin de permitir la aparición de una materia ordenada, de la vida después y, por fin, de la conciencia.
Comprendí -no con mi inteligencia ridícula, sino con todo mi ser- que Él existe. ¡Él, el Dios vivo y personal, que me ama a mí y a todas las criaturas, que ha creado el mundo, que se hizo hombre por amor, el Dios crucificado y resucitado!
Está claro que las matemáticas son exactas, pero la exactitud no es la verdad.
La persona que amamos -tierna o apasionadamente- se nos presenta como una obra maestra del mismísimo Creador.
Más que la verdad, el demagogo dice lo que el público quiere oír.
Si un hombre desea ser plenamente humano, no puede conformarse con su cultura.
El viento del EspírituSanto sopla donde quiere, otorga vida y resucita a los muertos.
La responsabilidad es la otra cara de la libertad, y consiste en asumir de buen grado las consecuencias de nuestras elecciones.
Si alguien me pregunta qué significa para mí el retorno a Dios, qué es lo que esa conversión me ha hecho patente y cómo ha cambiado mi vida, puedo contestarle con toda sencillez y brevedad: lo significa todo.
Si no conviene, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas.
Para gobernar un país hay que respetar sus intereses, tener confianza en la gente, ser económico en el gasto, amar a las personas y no hacer levas más que en los tiempos apropiados.
Mi meta fue entonces ser más inteligente, más capaz, más fuerte que los demás. Pero nadie me dijo nunca que el valor supremo de la vida no está en superar a los otros, en vencerlos, sino en amarlos.
Los gobernantes antiguos que querían mejorar el mundo ponían antes orden en su reino; para poner orden en su reino ponían antes orden en su casa; antes de poner orden en su casa se perfeccionaban ellos mismos; y para perfeccionarse a sí mismos rectificaban su corazón.
La vida es algo más que un libro de reclamaciones.
No se puede conocer perfectamente a nadie, ni siquiera a uno mismo.
Sin amigos nadie querría vivir, aunque tuviera todo tipo de bienes.
Alguna vez, Dios me envía momentos de calma total, y en esos momentos he formulado mi credo personal: que nadie es más bello, profundo, comprensivo, razonable, viril y perfecto que Cristo.
La amistad y el amor son sentimientos que no se pueden pesar, pero nada pesa en nuestra la vida más que ellos.
Si alguien me probase que Cristo no es la verdad, y si se probase que la verdad está fuera de Cristo, preferiría quedarme con Cristo antes que con la verdad.
Conocer es captar la realidad, poseerla interiormente de una manera inmaterial.
Todo ha cambiado en mí y a mi alrededor. Y, para decirlo con mayor precisión: mi vida empezó solo después de haber encontrado a Dios.
Los años de colegio, con su tranquilidad y su despreocupación, no volverán nunca.
Quizá por ser cuatro años más viejos que tú, la experiencia nos ha enseñado a ver primero los defectos propios, y a no hacer mucho caso de los ajenos.