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Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone donde quiera... Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado.
José Ortega y Gasset
Para mí la culminación de la vida consiste en una pasión limpia y finalmente dramática.
El liberalismo - conviene hoy recordar esto - es la suprema generosidad: es el derecho que la mayoría otorga a las minorías, y es, por tanto, el más noble grito que ha sonado en el planeta. Proclama la decisión de convivir con el enemigo, más aún, con el enemigo débil.
Además de enseñar, enseña a dudar de lo que has enseñado.
Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen.
La vida, que es ante todo lo que podemos ser, vida posible, es también y por lo mismo, decidir entre las posibilidades, lo que en efecto vamos a ser.
Siempre es más fácil dejar de hacer que hacer.
Empezando por la Monarquía y siguiendo por la Iglesia, ningún poder nacional ha pensado más que en sí mismo.
La guerra fatiga pero no extenúa; es una función natural del organismo humano, para la cual se halla éste prevenido.
El enamoramiento, en su iniciación, no es más que eso: atención anómalamente detenida en otra persona. Si esta sabe aprovechar su situación privilegiada y nutre ingeniosamente aquella atención, lo demás se producirá con irremisible mecanismo.
La vida humana eterna sería insoportable. Cobra valor precisamente porque su brevedad la aprieta, densifica y hace compacta.
La política es la arquitectura completa, incluso los sótanos.
La palabra es un sacramento de difícil administración.
Toda palabra dice algo más de lo que debiera y también menos de lo que debiera expresar.
Todo el mundo es extraño y maravilloso para unas pupilas bien abiertas.
El círculo de cosas que nos son indiferentes es mucho más reducido y anómalo de lo que a primera vista parece.
¿Qué perfección es ésta que complace y no subyuga, que admira y no arrastra?
Cuando se tiene el corazón lleno de un alto empeño, se acaba siempre por buscar los hombres capaces de ejecutarlo.
La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser.
Enamorarse es sentirse encantado por algo, y algo sólo puede encantar si es o parece ser perfección.
Un historiador es un profeta al revés.
La historia es, sin remisión, el reino de lo mediocre.
Los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer juntos grandes empresas.
El Estado es superación de toda sociedad natural, es mestizo y plurilingüe.
Que cada uno en su ley busque en paz su luz. Pascal tiene la certidumbre de que va a ser recompensado.
Para un hombre habituado a meditar, insistiendo sobre cada tema a fin de hacerle rendir su secreto jugo, la ligereza con que la actuación del hombre de mundo resbala de objeto en objeto, es motivo de mareo.
La vida es saberse, es evidencial.
Evitemos, pues, el suplantar con “nuestro mundo” el de los demás.
El proceso de desintegración avanza en riguroso orden desde la periferia al centro, de forma que el desprendimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el comienzo de la dispersión intrapeninsular.
La verdadera cuestión española -es que- el Estado carece de autoridad positiva para hacer frente a las fuerzas de la disgregación.
El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad.
Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.
Nuestra vida es ante todo toparse con el futuro.
En cada paso que damos en la vida pisamos cien senderos distintos.
La técnica es el esfuerzo para ahorrar esfuerzo.
Entendido con sutileza, puede decirse que todo el que se enamora es que quiere enamorarse.
Una estupidez no se puede dominar si no es con otra.
Para el escritor hay una cuestión de honor intelectual en no escribir nada susceptible de prueba, sin poseer antes ésta.
El colmo del desdén consiste en no dignarnos descubrir los defectos del prójimo.
La rebelión sentimental de las masas, el odio a los mejores, la escasez de éstos -he ahí la razón verdadera del gran fracaso hispánico.