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La forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia es la democracia liberal.
José Ortega y Gasset
El enamoramiento es un estado de miseria mental en que la vida de nuestra conciencia se estrecha, empobrece y paraliza.
El hombre se diferencia del animal en que bebe sin sed y ama sin tiempo.
La personalidad de la mujer es poco personal, o dicho de otra manera: la mujer es más un género que un individuo.
El hombre del presente desconfía de la razón y la juzga al través de la espontaneidad. No niega la razón, pero reprime y burla sus pretensiones de soberanía.
Lo que hace magníficos a los pueblos no es principalmente la altura de sus hombres grandes, sino la de sus innumerables mediocres.
El Bien no es sino, o el substrato del valor, o una clase de valores, una especie del género valor.
En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada.
Tras ciento cincuenta años de halago a las masas sociales, sabe a blasfemia afirmar que si imaginamos ausente del mundo un puñado de personalidades escogidas, apestaría el planeta de necedad y egoísmo.
Los valores son algo objetivo y no subjetivo.
Esta lucha con un enemigo a quien se comprende es la verdadera tolerancia, la actitud propia de toda alma robusta.
Cuidado de la democracia. Como norma política parece cosa buena. Pero de la democracia del pensamiento y del gesto, la democracia del corazón y la costumbre es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad.
Yo soy yo y mi circunstancia.
La historia es un sistema, el sistema de las experiencias humanas, que forman una cadena inexorable y única.
En arte, toda repetición es nula.
No es fácil tratar con testarudos. No hay argumento que valga. Regla para tratar con ellos: Ninguna encina se derrumba al primer hachazo; una gotera quiebra la piedra más dura.
Es funesto que nos acostumbremos a reconocer como ejemplos de sana belleza algunas obras clásicas, que acaso son objetivamente muy valiosas, pero que no causan deleite.
Cuando un loco o un imbécil se convence de algo, no se da por convencido él sólo, sino que al mismo tiempo cree que están convencidos todos los demás mortales.
La realidad que llamamos Estado no es la espontánea convivencia de hombres que la consanguinidad ha unido. El Estado empieza cuando se obliga a convivir grupos nativamenmte separados.
El hombre no tiene naturaleza, sólo tiene historia.
¿Qué es lo que fija la atención de una mujer en un hombre o de un hombre en una mujer? ¿Qué genero de cualidades otorgan esa ventaja a una persona sobre la fila indiferente de las demás?
El amor consiste en impulsar a un ser a la perfección de sí mismo.
Cabría aceptar esta fórmula: dime lo que atiendes y te diré quién eres.
Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos.
Acontece la paradoja máxima de que lo que está en todas partes, lo omnipresente, es lo que cuesta más trabajo ver.
La fidelidad es la confianza erigida en norma.
El programa de la vida feliz apenas ha variado a lo largo de la vida humana.
Hay tantas realidades como puntos de vista. El punto de vista crea el panorama.
La libertad no ha aparecido en el planeta para desnucar el sentido común.
Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser.
La ciencia es sólo un ideal.
La mayor parte de los hombres tienen una capacidad intelectual muy superior al ejercicio que hacen de ella.
Castilla se vuelve suspicaz, angosta, sórdida, no se ocupa en potenciar la vida de las otras regiones: Cataluña, Vasconia, Galicia; celosa de ellas, las abandona a sí mismas, y empieza a no enterarse de lo que pasa en ellas.
Ciudad es ante todo plaza, ágora, discusión, elocuencia. De hecho, no necesita tener casas, la ciudad; las fachadas bastan. Las ciudades clásicas están basadas en un instinto opuesto al doméstico. La gente construye la casa para vivir en ella y la gente funda la ciudad para salir de la casa y encontrarse con otros que también han salido de la suya.
La mayor parte de los hombres no tiene opinión, y es preciso que esta le venga de fuera a presión, como entra el lubricante en las máquinas.
Esto lo saben muy bien los conquistadores de ambos sexos. Una vez que la atención de una mujer se fija en el hombre, es a este muy fácil llenar por completo su preocupación, Basta con un sencillo juego de tira y afloja, de solicitud y de desdén, de presencia y de ausencia.
La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha.
No se puede hablar de decadencia española en sentido estricto, porque para decaer hay que caer desde algún sitio y España no ha llegado a cúspide alguna.
El amor vive del detalle y procede microscópicamente.
El amor auténtico se encuentra siempre hecho. En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser. Es el amor que empieza con el amor.