Imágenes
Los que luchan buscando el bien ya lo han encontrado.
José Narosky
Un gran error puede mostrarnos la verdad.
Quien ambiciona una corona, ignora su peso.
Quien cambia felicidad por dinero no podrá cambiar dinero por felicidad.
El digno sufre. Pero su dignidad lo consuela.
En el pecho materno absorbemos ternura para toda la vida.
Quien confunde esposa con esclava, está confundiendo amor con propiedad.
Hay quien arroja un vidrio roto sobre la playa. Pero hay quien se agacha a recogerlo.
Algunas palabras abren heridas. Otras abren caminos.
Un éxito inmerecido semeja una medalla encontrada.
Quién se emociona por lo simple suele no ser simple.
Cuando leo que se asesinó a un hombre quisiera ser analfabeto.
Nadie pudo ver el cielo sin elevar la mirada.
La voz de la sangre se puede oír en el silencio.
Creí cantar mi felicidad. Pero mi felicidad era mi cantar.
Cien caricias no borran una bofetada.
Las grandes verdades nacieron brisas. Y fueron ciclones.
La vida es un laberinto. Pero los iluminados conocen la salida.
El médico que no entiende de almas no entenderá cuerpos.
Compañerismo no siempre es amistad. Pero amistad siempre es compañerismo.
Los dueños de la verdad la siguen buscando.
Si siento que te quiero, no necesito saber porqué te quiero.
Los valientes también temen. Pero siguen avanzando.
Vivir es un oficio para especialistas.
Cuando entendemos la vida, ya la hemos vivido.
Toda mujer es madre aunque no tenga hijos.
La felicidad está en mil cofres. Pero todos tenemos alguna llave.
Nadie dilapida la vida, sino su vida.
Cuanto más pequeño es el hombre, más necesita hacerse notar.
El dolor físico lastima. El espiritual, desgarra.
Cuando descubro un ser cálido descubro la frialdad del mundo.
Perder una ilusión, hiere. Perderlas todas, mata.
La felicidad también deja marcas. Pero pocas veces son indelebles.
Combatir por el bien no es combatir. Es dar.
Tu silencio junto al mío es un idioma.
Al amigo no le busques perfecto. Búscalo amigo.
Se puede ser generoso dando poco y miserable dando más.
Un cuerpo aloja una vida. Y un corazón la acaricia.
Tantos siglos de civilización y no aprendimos a abrazarnos.
Todo soñador tiene asegurada una porción de felicidad.