Frases de José Hierro

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Tú lo sabrás un día. Entonces será demasiado tarde.

Después de todo, todo ha sido nada, a pesar de que un día lo fue todo. Después de nada, o después de todo supe que todo no era más que nada.

Yo ya no sé llorar. ¡Y mira que he llorado!

Eras de vientos y de otoños, eras de agrio sabor a frutas, eras de playas y de nieblas, de mar reposando en la bruma, de campos y albas ciudades, con un gran corazón de música.

Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma existe.

Recuerdos no te nublen el cristal de tus sueños.

Tus ojos miran al cielo. Buscas detrás de las nubes, huellas que se llevó el viento.

Cómo andar, sin nostalgia, el camino, soñando dos sueños distintos mientras en torno el amor se desploma.

Siempre aspiré a que mis palabras, las que llevo al papel, continuasen llorando, de pena, de felicidad, de desesperanza, al fin, todo es lo mismo, porque yo las había llorado antes; antes de que desembocasen en el papel blanquísimo, en el papel deshabitado, que es el morir.

Imagínate tú que hace siglos que has muerto. No te preguntan las cosas, si pasas, quién eres. Procura un instante pensar que tus brazos no pesan. Son nada más que dos cañas, dos gotas de lluvia, dos humos calientes.

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca.

El amor y las almas, juntos fueron creando el Universo. Las almas fueron su metal. El amor su mágico fuego.

Silenciosa cae la lluvia sobre el amor, sobre el remordimiento. Nos besamos en carne viva. Bendita lluvia en la noche, jadeando en la hierba, trayendo en hilos aroma de las nubes, poniendo en nuestra carne su dentadura fresca.

Qué bello, mar, morir en ti cuando no pueda con mi vida.

La conciencia de un jurado nunca queda tranquila.

Y entonces, triste, pero firme, perdóname, te ofreceré una vida ya sin demonio ni alucinaciones.

Por primera, o por única vez, soy libre.

El viento no escucha. No escuchan las piedras, pero hay que hablar, comunicar, con las piedras, con el viento.

La noche es bella, está desnuda, no tiene límites ni rejas.

El ritmo es lo que hace a la poesía persuasiva y no informativa.

Unicamente con verdad no se escribe poesía, hay que persuadir.

La poesía se escribe cuando ella quiere.

Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

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